«Toma tu parte en los sufrimientos como un buen soldado de Cristo Jesús»
2 Timoteo 2:3.
En el barrio lo apodan «el loco», aunque su nombre es Darío Caballero. Desde hace quince años sufre una terrible situación de vida. Se ha mudado de casa en diversas ocasiones, no es capaz de mantenerse en un empleo y, los últimos cuatro años, ni siquiera ha encontrado ninguno. No puede estar en lugares donde haya muchas personas, no puede relacionarse bien con nadie, constantemente piensa que le quieren hacer daño y cada noche despierta con la pesadilla de aquel día que marcó su existencia: huesos rotos, hedor a sangre, cuerpos muertos y otros mutilados, y el terrible sentimiento de estar al borde de la muerte. Así como Caballero, hay miles de soldados que son diagnosticados con el síndrome de estrés postraumático, y no pueden continuar en la milicia. Lamentablemente, muchos de ellos ponen fin a su vida mediante el suicidio.
Toda experiencia que ocurre en nuestra vida es capaz de transformarla, sobre todo si se trata de un suceso en el cual salimos lastimados. Lo importante es de qué manera se produce esa transformación. ¿Es una transformación para bien o para mal?
El apóstol Pablo recomienda a Timoteo que sufra penalidades como «un buen soldado de Cristo». Dado que los conflictos bélicos ya existían en aquella época, Pablo no duda en comparar la guerra espiritual del cristiano con la milicia. Los ataques pueden venir en forma de la muerte de un ser querido, de un accidente que cause alguna discapacidad, entre otros… Y no podemos negar que, muchas veces, los conflictos se dan entre los mismos hermanos. Balas van y balas vienen hasta que uno se rinde. Se aleja de la iglesia, se aleja de Dios, no quiere saber nada al respecto. Se vuelve irritable y poco tolerante cuando una persona trata de convencerlo de regresar. Yo le llamo a eso «síndrome de estrés postraumático del soldado cristiano».
Todos los soldados que sufren el síndrome de estrés postraumático tienen derecho a ser atendidos por sus gobiernos en hospitales con especialidad en psiquiatría; desafortunadamente, son pocos los médicos ante la creciente demanda. La buena noticia para ti hoy es que, si pasaste por una situación que te dejó marcada y no te permite avanzar en la batalla cristiana, puedes ir al Médico por excelencia. Él siempre tiene citas disponibles para ti y puede sanar tu herido corazón. Permítele que te transforme para bien.
Posdata: Feliz porque Dios me sana.
Lecturas Devocionales para Damas 2025
“MÁS FELIZ EN CRISTO»
Por: Sayli Lucía Guardado Chan
Colaboradores: Milenia de la Rosa y Silvia García