«Ustedes ahora están tristes; pero yo los volveréa ver, y su corazón se alegrará, y nadie les arrebatará su alegría»
Juan 16: 22, RVC.
Marie-Laure Picat, madre de cuatro niños pequeños, falleció el 9 de agosto de 2009 a los 37 años, después de varios meses de lucha contra el cáncer. Su historia suscitó mucha emoción, porque la joven madre luchó hasta conseguir que después de su muerte todos sus hijos fuesen adoptados por una misma familia, en el mismo pueblo, Puiseaux, en la región de Loiret (Francia) donde vivían. Y relató su dura experiencia en un libro para que sus hijos guardasen un recuerdo fidedigno de su historia de amor por ellos.
Augusto y Elisa, mucho antes de llegar a sus noventa años, planearon con admirable realismo lo que deseaban que ocurriese después de su partida. Padres de familia numerosa y dispersa, se preguntaron qué podía pasar cuando ellos ya no estuviesen. Sus hijos y nietos ¿guardarían contacto regular entre sí? ¿Seguirían reuniéndose en las grandes ocasiones familiares? Para ayudarles a mantener vivo el hermoso espíritu de familia que habían logrado crear, fueron alimentando un modesto capital destinado a cubrir los gastos de dos reuniones familiares anuales durante los próximos veinte años. Preocupados por el porvenir de sus dieciocho nietos, los citaron a todos un día memorable y les distribuyeron a cada uno una cartilla de ahorros con una suma de dinero considerable y una carta ante notario que decía: «Para que puedas realizar uno de tus sueños cuando seas mayor de edad y guardes un buen recuerdo de tus abuelos». Este gesto inesperado conmovió a toda la familia. Y no cabe duda de que estos abuelos previsores disfrutaron el resto de su vida del aprecio especial de los suyos y serán recordados con especial cariño.
Jesús también veló por nosotros para después de su partida. Cuando todavía tenemos la serenidad y las fuerzas para ello, conviene reflexionar seriamente sobre lo que vamos a dejar a nuestros seres queridos cuando les digamos el adiós definitivo. Resolver querellas y pleitos, reconciliarnos con los que hemos tenido problemas, perdonar las ofensas, volver a tomar contacto con alguien de quien nos distanciamos, son gestiones que pueden ayudar poderosamente a despedirnos de esta vida con la paz espiritual que la ocasión merece.
Jesús hizo todo lo que estaba en su mano para que la tristeza de su ausencia no empañase, mientras tanto, el gozo del reencuentro con nosotros.
Señor, hoy deseo disfrutar de antemano de tus preciosas promesas, esperando pronto encontrarme contigo para siempre.
ESPERANDO SU REGRESO
Tomado de: Lecturas Devocionales para Adultos 2025
«CON JESÚS HOY»
Por: Roberto Badenas
Colaboradores: Nesthor Caraballo y Silvia García
Marie-Laure Picat, Le courage d’être mere (Oh Éditions, 2009).
