«Luego de que ustedes hayan sufrido un poco de tiempo, Dios mismo, el Dios de tóda gracia que los llamó a su gloria eterna en Cristo, los restaurará y los hará fuertes, firmes y estables».
1 Pedro 5: 10, NVI
Cuando la verdad es recibida, produce cambios radicales en la vida y en el carácter; porque la religión significa la morada de Cristo en el corazón, y donde él está, el alma prosigue realizando actividad espiritual, creciendo siempre en gracia, avanzando siempre hacia la perfección.— The Review and Herald, 24 de mayo de 1892.
Que nuestras emociones o nuestro espíritu se conmuevan por la verdad no constituye una verdadera evidencia de que somos cristianos. La pregunta es: ¿Estamos creciendo en Cristo, la cabeza viviente? ¿Se manifiesta en nuestra vida la gracia de Cristo? Dios da su gracia a los seres humanos para que ellos deseen más de su gracia. La gracia de Dios siempre obra en el corazón humano y, cuando se la recibe, se evidencia en la vida y el carácter del que la recibe, pues se ve la vida espiritual que se desarrolla en lo interior. La gracia de Cristo en el corazón siempre promueve la vida espiritual y ocurre un avance espiritual. Todos necesitamos un Salvador personal o pereceremos en nuestros pecados. Desde muy adentro de nosotros, debemos preguntarnos: ¿Estamos creciendo en Cristo, nuestra cabeza viviente? ¿Estoy ganando un conocimiento mayor de Dios y de Jesucristo a quien él envió? Si nosotros no vemos las plantas que crecen en el campo y, sin embargo, estamos seguros de que crecen, ¿no hemos de conocer en cuanto a nuestra fortaleza y crecimiento espirituales?— Afin de conocerle, 6 de junio, p. 165.
La suma y la sustancia de todo lo que se refiere a la gracia y a la experiencia cristianas están comprendidas en creer en Jesús, conocer a Dios y asu Hijo a quien ha enviado. Pero aquí es donde muchos fallan porque les falta fe en Dios. En lugar de desear ser puestos en comunión con Cristo en su condescendencia y humillación, están procurando siempre la supremacía del yo.
¡Oh, si lo amáramos como él nos ha amado, no rehuiríamos la experiencia de los oscuros capítulos del sufrimiento del Hijo de Dios! Cuando contemplamos la humillación de Cristo, observando su abnegación y sacrificio propio, nos llenamos de asombro ante la manifestación del amor divino por el ser humano culpable. Cuando tenemos que pasar por pruebas de naturaleza humillante por causa de Cristo, si tenemos la actitud de Cristo las sufriremos con humildad, sin resentimos por la ofensa y sin resistir al mal. Manifestaremos el espíritu que habitó en Cristo.
Hemos de llevar el yugo de Cristo, trabajar como él trabajó por la salvación de los perdidos; y los que son partícipes de sus padecimientos también serán partícipes de su gloria.— The Review and Herald, 24 de mayo de 1892.
SOLO POR GRACIA
Tomado de: Lecturas Devocional Vespertino 2025
«La Maravillosa Gracia De Dios»
Por: Elena G. White
Colaboradores: José Sánchez y Silvia García
