Dios tiene el propósito de dar a conocer los principios de su reino a través de su pueblo. Para que ellos revelen dichos principios en su vida y en su carácter, desea que se aparten de las costumbres y las prácticas del mundo. Procura atraerlos más a sí mismo a fin de revelarles mejor su voluntad.
Este era su propósito cuando libró a Israel de Egipto. Moisés, frente a la zarza que ardía, recibió de Dios este mensaje para el rey de Egipto: “Deja ir a mi pueblo, para que me sirva en el desierto”. Éxodo 7:16 . Dios sacó a la hueste hebrea de la tierra de servidumbre con mano poderosa y brazo extendido. La liberación que obró a favor de ellos fue maravillosa, al castigar con la destrucción total a sus enemigos que se negaban a escuchar su Palabra
Dios deseaba apartar a su pueblo del mundo y prepararlo para recibir su Palabra. De Egipto lo condujo al monte Sinaí, donde le reveló su gloria. Allí no había nada que atrajera sus sentidos ni distrajera sus mentes de Dios. Mientras la vasta multitud contemplaba las altas montañas que la dominaban, podía darse cuenta de su propia insignificancia a la vista de Dios. Junto a aquellas rocas, inconmovibles excepto por el poder de la voluntad divina, Dios se comunicó con los hombres. Y para que su Palabra permaneciera siempre clara y visible en sus mentes, proclamó con terrible majestad en medio de rayos y truenos, la ley que había dado en el Edén y que era el trasunto de su carácter. Luego las palabras divinas fueron escritas por el propio dedo de Dios sobre tablas de piedra. Así la voluntad del Dios infinito se reveló al pueblo que él había llamado para dar a conocer a toda nación, tribu y lengua los principios de su gobierno en el cielo y en la tierra.
Dios ha llamado a sus hijos en la actualidad para que realicen esa misma obra. Les ha revelado su voluntad y requiere que le obedezcan. En los últimos días de la historia de esta tierra, la voz que habló en el Sinaí sigue diciéndoles a los hombres: “No tendrás dioses ajenos delante de mí”. Éxodo 20:3 . El hombre ha opuesto su voluntad a la de Dios, pero no puede acallar dicha orden. Aunque la mente humana sea incapaz de comprender su obligación hacia el poder superior, no por eso puede evadirla. Pueden abundar las teorías y especulaciones complicadas, los hombres pueden tratar de oponer la ciencia a la revelación para desechar la ley de Dios; pero el Espíritu les presentará con fuerza cada vez más intensa la orden: “Al Señor tu Dios adorarás, ya él solo servirás”. Mateo 4:10 (Testimonios para la Iglesia, t. 6, pp. 18, 19).
Notas de Elena G. White para la Escuela Sabática 2025.
4to. Trimestre 2025 «LECCIONES DE JOSÚE ACERCA DE LA FE»
Lección 7: «LEALTAD SUPREMA: ADORACIÓN EN MEDIO DE LA GUERRA»
Colaboradores: Ana Santillan y Karla González
