martes , 23 septiembre 2025
Lección de Univversitarios 2025

inTerioriza

Un rostro resplandeciente

Dios comprendió el deseo de Moisés de experimentar su presencia, pero le advirtió que ningún ser humano pecador puede ver su rostro y vivir. No obstante, dicho esto se comprometió así: «Mira, aquí junto a mí hay un lugar. Ponte de pie sobre la roca. Cuando pase mi gloria, te pondré en un hueco de la roca y te cubriré con mi mano hasta que yo haya pasado. Después quitaré mi mano, y podrás ver mis espaldas; pero mi rostro no debe ser visto» (Éxodo 33: 21-23).

¿Por qué dijo Dios que Moisés podía ver su espalda, pero no su rostro? El libro del Génesis ayuda a dar una posible explicación en el relato de la creación del ser humano a imagen y semejanza de Dios (Génesis 1: 26-28). Este texto es un tanto misterioso. Los seres humanos nos parecemos a Dios en algunos aspectos sorprendentes, uno de los cuales parece estar relacionado con nuestro aspecto. Si nos fijamos en la Biblia, siempre que la gente ve a Dios de alguna manera, se parece consistentemente a un ser humano. Percibir a Dios con rasgos humanos es tan asombroso que los estudiosos de la Biblia a lo largo de los siglos se han referido a estos avistamientos de Dios como simples visiones antropomórficas.

En 2009, un científico japonés realizó un fascinante experimento que demostraba que los seres humanos emitimos cantidades ínfimas de luz visible, no ondas luminosas del espectro térmico, sino luz que nuestros ojos podrían ver si fueran lo bastante sensibles. Por desgracia, nuestro cuerpo no emite suficientes fotones para que nuestros ojos perciban la luz. No podemos saberlo con certeza, pero tal vez esta bioluminiscencia sean los restos de lo que Elena White describió como la cobertura original de luz de Adán y Eva antes de que pecaran. Las imágenes en los informes de noticias en línea de este experimento muestran que irradiamos mucha más luz de nuestras caras que de cualquier otra parte de nuestros cuerpos. Recuerda que el rostro de Moisés resplandecía cuando descendió de la montaña tras pasar cuarenta días con Dios (Éxodo 34: 29-35). Y si Moisés reflejaba con mayor exactitud la imagen de Dios después de estar en su presencia física, entonces podemos imaginar que Dios tenía un rostro brillante. Esto explicaría por qué Dios le dijo a Moisés que podía ver su espalda, pero no su rostro. Todo esto sugiere que Dios concedió a los seres humanos el don de ser como él en algunos aspectos muy asombrosos, pero que hoy en día solo queda un reflejo muy tenue de esa gloria original.

Regresa al texto que has escrito o parafraseado. Analízalo directamente y reflexiona sobre su contenido con el máximo detenimiento.

  • Encierra en un círculo las palabras, frases e ideas que se repiten.
  • Subraya las palabras y frases que consideras más relevantes y que te resultan más significativas.
  • Utiliza flechas para conectar algunas palabras y frases que se relacionan con otros conceptos similares.
  • ¿A qué parece apuntar lo que marcaste y relacionaste?

Memoriza tu versículo favorito de Éxodo 33: 12–34: 35. Escríbelo varias veces a fin de que te sea más fácil recordarlo.

¿Qué crees que dio a Moisés el valor para pedir algo que quizá ningún pecador había pedido antes?

¿Qué es lo más atrevido que le has pedido a Dios?

Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2025.
3er trimestre 2025 «EL LIBRO DEL ÉXODO»
Lección # 13  «LA GLORIA DE DIOS»
Colaboradores: Felipe Torres y Adriana Jiménez

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