Quiero vivir contigo
Después de la magnífica liberación de Israel de la esclavitud en Egipto, Dios sabía que tenía mucho que hacer para reconstruir la vida espiritual de su pueblo. Para comenzar, llamó a Moisés al monte Sinaí y le dio los Diez Mandamientos, que describían el código moral de acuerdo con el cual el pueblo debía vivir (ver Éxo. 20). Él les dio leyes con respecto a la relación entre amos y sirvientes, a la violencia y al control de los animales (ver Éxo. 21); les explicó cómo se debe abordar el tema de la propiedad (ver Éxo. 22), cómo impartir justicia, cómo observar los sábados y los días festivos (ver Éxo. 23), y cuáles son las bendiciones que aguardan a los fieles al pacto. Éxodo 24 nos dice que Moisés construyó un altar, donde Israel confirmó solemnemente su pacto con Dios. Pero Dios estaba lejos de haber terminado su tarea.
Después de establecer una relación de pacto con Israel, Dios hizo algo radical: encargó un proyecto de construcción en medio de su viaje por el desierto (ver Éxo. 25). Le ordenó a Moisés que los israelitas le trajeran ofrendas, pero solo aquellos que dieran de corazón (vers. 2). Luego, dio instrucciones específicas acerca de las ofrendas que serían aceptables (vers. 3-7). Después de esto, declaró: «Y háganme un santuario para que yo habite entre ellos» (vers. 8). Tan importante fue este mandato que los quince capítulos restantes de Éxodo describen la construcción y la preparación de esta morada sagrada para Dios.
La primera y más sorprendente característica del mandato de Dios de construir un santuario es su decisión de vivir entre personas que eran espiritualmente infieles. La multitud mixta (ver Éxo. 12: 38) que salió de Egipto no conocía a Dios ni cómo vivir en relación con él. Obviamente, Dios había estado con Israel durante su larga y dolorosa esclavitud en Egipto, había escuchado su clamor pidiendo liberación (ver Éxo. 3: 7-10), pero la que anunció en Éxodo 25: 8 y 9 fue un tipo de presencia diferente. Él iba a acampar en medio de las tiendas de los israelitas para que la presencia visible del Dios invisible estuviera con ellos (ver Éxo. 40: 34).
Cuando Dios decidió vivir entre los israelitas, su presencia les aseguró su protección y provisión. El hecho de que el Santuario estuviera en el centro del campamento israelita enviaba un mensaje inequívoco: adorar a Dios es el centro de la vida. La casa de Dios sería un lugar para restaurar la relación con Dios, recibir el perdón de los pecados y experimentar vida abundante en él.
Al lanzar este proyecto de construcción sagrada, Dios hizo otra cosa asombrosa: invitó a seres humanos pecadores e imperfectos a ayudarlo a construir su Santuario. Dios quería que los israelitas supieran que siempre serían bienvenidos en su casa, sin importar lo que hubieran hecho. ¡Qué Dios tan maravilloso!
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¿Cómo crees que fue vivir todos los días con Dios en medio del campamento? Analiza esa idea.
¿Por qué un Dios que está presente en todas partes necesitaría una presencia visible?
Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2025.
2do trimestre 2025 «DE VUELTA AL ALTAR»
Lección #04 «LUGAR PARA MÍ»
Colaboradores: Felipe Torres y Adriana Jiménez