«Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis ansiedades» (Salmo 139:23).
Recuerdo haber descubierto el poder transformador de la reflexión personal. En aquel momento, entendí que la reflexión personal no es en realidad absorción en uno mismo, sino un medio para acercarme a Dios, examinar mi propio corazón y crecer en la fe. Te comparto algunos consejos para que tú también experimentes el poder de la reflexión personal.
Invita a Dios a examinarte. El Salmo 139:23 expresa el deseo de ser conocido por Dios de la manera más profunda: «Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis ansiedades», rogó el salmista. La reflexión personal comienza con invitar a Dios a examinar nuestro corazón y a mostrarnos en qué áreas necesitamos su guía y transformación.
Aprende y crece. Proverbios 27:19 nos recuerda: «El agua refleja el rostro; el corazón refleja la persona». La reflexión personal nos permite aprender de lo que nuestra vida refleja, ya sean momentos de éxito o desafíos. Es a través de la introspección que podemos crecer en carácter y en fe.
Ajústate a la voluntad de Dios. Romanos 12:2 nos pide: «No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente». La reflexión personal implica ajustar nuestros pensamientos y acciones a la voluntad de Dios, y permitirle que renueve nuestra mente y nuestro caminar.
La reflexión personal es una práctica vital para profundizar nuestra relación con Dios y fomentar el crecimiento espiritual. Esto implica invitar a Dios a nuestro examen, aprender y crecer mediante la introspección, y ajustarnos a la voluntad de Dios. A través de la reflexión personal, nos abrimos al trabajo transformador del Espíritu Santo.
Oración: Ayúdame, Dios, a invitarte a examinarme, a aprender y crecer a través de la introspección y a ajustarme a tu voluntad para mi vida.
Tomado de: Lecturas Devocionales de Adolescentes 2025
“MEGAVALIOSOS»
Por: Andrés J. Peralta
Colaboradores: Jhygceli Dávila y Adriana Jiménez
