jueves , 17 abril 2025
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Notas de Ellen G. White 2025

Los dos mandamientos principales

 

El doctor de la ley no estaba satisfecho con la opinión y las obras de los fariseos. Había estado estudiando las Escrituras con el deseo de conocer su significado real. Tenía vital interés en el asunto, y había preguntado con sinceridad: “¿Haciendo qué cosa poseeré la vida eterna?” En su respuesta a los requerimientos de la ley, pasó por alto el cúmulo de preceptos ceremoniales y rituales. No les atribuyó ningún valor, sino que presentaron los dos grandes principios de los cuales dependen la ley y los profetas. Esta respuesta, al ser elogiada por Cristo, colocó al Salvador en un terreno ventajoso frente a los rabinos. No podrían condenarle por haber sancionado lo declarado por un expositor de la ley.

“Haz esto, y vivirás”, dijo Jesús. Presentó la ley como una unidad divina, enseñando así que es imposible guardar un precepto y quebrantar otro; porque el mismo principio corre por todos ellos. El destino del hombre será determinado por su obediencia a toda la ley. El amor supremo a Dios y el amor imparcial al hombre son los principios que deben practicarse en la vida (El Deseado de todas las gentes, pp. 460, 461).

Cuando este joven príncipe vino a Jesús, su sinceridad y fervor ganaron el corazón del Salvador. “Mirándole, amole”. En este joven vio él a uno que podría ser útil como predicador de justicia. Él quería recibir a este noble y talentoso joven tan prestamente como recibió a los pobres pescadores que lo siguieron. Si el joven hubiera consagrado su habilidad a la obra de salvar almas, habría llegado a ser un diligente obrero de éxito para Cristo.

Pero primeramente debía aceptar las condiciones del discipulado. Debía consagrarse a sí mismo sin reservas a Dios. Al llamado del Salvador, Juan, Pedro, Mateo, y sus compañeros, “dejadas todas las cosas, levantándose, le siguieron”. Lucas 5:28 . La misma consagración se exigió del joven príncipe. Y en esto Cristo no pidió un sacrificio mayor del que él mismo había hecho. “Por amor de vosotros se hizo pobre, siendo rico; para que vosotros por su pobreza fueseis enriquecidos”. 2 Corintios 8:9 . El joven rico solo tenía que seguir el camino recorrido por Cristo (Palabras de vida del gran Maestro, págs. 392, 393).

Los que aman a Dios no pueden abrir odio o envidia. Mientras que el principio celestial del amor eterno llena el corazón, fluirá a los demás, no simplemente porque se reciban favores de ellos, sino porque el amor es el principio de acción y modifica el carácter, gobierna los impulsos, domina las pasiones, subyuga la enemistad y eleva y ennoblece los afectos. Este amor no se reduce a incluir solamente “a mí ya los míos”, sino que es tan amplio como el mundo y tan alto como el cielo, y está en armonía con el de los activos ángeles. Este amor, albergado en el alma, suaviza la vida entera, y hace sentir su influencia en todo su alrededor (Testimonios para la iglesia, t. 4, p. 221).

Notas de Elena G. White para la Escuela Sabática 2024.
1er. Trimestre 2025 «EL AMOR DE DIOS Y SU JUSTICIA»
Lección 12: «AMOR Y JUSTICIA: LOS DOS MANDAMIENTOS, MÁS IMPORTANTES»
Colaboradores: Xiomara  Moncada y Karla González

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