viernes , 18 abril 2025
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Matinal de Damas 2025

«LA CUARTA TENTACIÓN»

«Tú, el que derribas el templo y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo. Si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz»

Mateo 27:40.

Durante todo su ministerio terrenal; Jesús fue asediado por el enemigo, que incluso usó a los líderes religiosos para arruinar su sacrificio en la cruz (pero no lo logró). En aquellas horas finales, Satanás también fue al Calvario para ver si, en el estado en el que se encontraba Jesús, podría lograr sus maléficos planes contra él. Cuando Pilato preguntó a la multitud respecto a quién debía soltar, la turba gritó el nombre de Barrabás, pero ¿realmente fueron seres humanos quienes dieron esa respuesta? En El Deseado de todas las gentes leemos: «La agitada turba rugió como demonios. Había verdaderos demonios en forma humana en la muchedumbre» (cap. 77, p. 695).

Era la intención del enemigo lograr que Jesús hiciera un milagro para su propio beneficio, pues de esa manera su sacrificio quedaría manchado y no sería aceptado por el Padre. Pero nada le dio resultado al enemigo. La resolución de Jesús de llevar a cabo el rescate de la humanidad era inquebrantable. Durante el proceso de juicio había sido lastimado severamente, sin embargo, ese dolor no fue tan grande como la angustia que sintió cuando, pendiendo de la cruz, supo que su Padre había ocultado de él su rostro.

Satanás aprovechó tan lóbrego momento para lanzar la que yo llamo la «cuarta tentación». Las palabras llevaban el mismo estilo que el de las tres tentaciones del desierto. No es difícil darnos cuenta de que él aprovecha nuestros momentos de angustia, tristeza y debilidad para lanzar sus engaños y tentaciones. Tanto en el desierto como en la cruz, Jesús estaba débil. «Si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz», le dijo Satanás. Imagino al Cordero sufriente repetirse a sí mismo: «Sí, soy el Hijo de Dios; soy el Hijo de Dios. Mi Padre me ama, soy el Hijo de Dios, y no voy a bajar de esta cruz». Y por no haber bajado Jesús de la cruz, tú y yo tenemos la promesa del perdón y la vida eterna.

Es posible que, en más de una ocasión, en medio de las pruebas, te hayas preguntado: ¿Por qué me pasa esto si soy hija de Dios? La buena noticia es que, por más oscuro que sea el camino, por dolorosa que sea la prueba, el Padre celestial no te abandona. En ese momento de angustia, repítete a ti misma: «Soy hija de Dios y, aunque no lo veo, está aquí a mi lado».

Posdata: Feliz porque Jesús venció.

 

 

Lecturas Devocionales para Damas 2025
“MÁS FELIZ EN CRISTO»
Por: Sayli Lucía Guardado Chan
Colaboradores: Milenia de la Rosa y Silvia García

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