Necesidad de apoyo humano
A veces los cristianos pueden sentirse un poco confusos a la hora de recibir ayuda. ¿Acaso depender del apoyo de los amigos demuestra falta de fe en Dios? Los Evangelios nos dicen que Jesús bendijo a los que dependían de la ayuda de sus amigos. Tomemos, por ejemplo, el caso del paralítico al que sus amigos llevaron hasta Jesús. Sin sus amigos, este hombre apenas tenía posibilidades de conocer a Jesús o de llegar hasta él. Jesús reconoció inmediatamente la importancia de los amigos de aquel hombre. La Biblia dice: «Cuando Jesús vio la fe que tenían, le dijo al enfermo: “Hijo mío, tus pecados quedan perdonados”» (Marcos 2: 5). Jesús perdonó al paralítico no solo por su fe, sino también por la fe de sus amigos. Dios sabe que no siempre podemos llegar a él con nuestras propias fuerzas. Él nos encuentra donde estamos y, a veces, nos envía a personas que nos llevarán el resto del camino. No es ninguna vergüenza necesitar el apoyo de nuestros amigos.
Pablo quería que los miembros de la iglesia se exhortaran unos a otros a diario, no solo una vez a la semana en sábado (Hebreos 3: 13). Necesitamos esa clase de apoyo espiritual constante de unos a otros. Del mismo modo, Elena G. de White aconsejó una vez a una joven que se apoyara en la fe de sus amigas: «Si no puede reposar en su propia fe, hágalo en la de otros. Creemos y esperamos en lugar de usted. Dios acepta nuestra fe en lugar de la suya» (Testimonios para la Iglesia, t. 2, p. 286). Cuando estemos pasando por momentos muy duros, aceptemos la fe de nuestros amigos en nuestro favor.
Por supuesto, algunos de nosotros tenemos amigos que son justo lo contrario de lo que se espera, es decir, que nos alejan de Jesús. Si nos tomamos en serio la curación, debemos apartar de nuestras vidas a los amigos que la impiden. La Biblia advierte: «Los justos dan buenos consejos a sus amigos; los perversos los llevan por mal camino» (Proverbios 12: 26, NTV), y «júntate con sabios y obtendrás sabiduría; júntate con necios y te echarás a perder» (Proverbios 13: 20). Hay un poder increíble en tener amigos que nos afilen y ayuden a pulirnos (ver Proverbios 27: 17).
Otro motivo de preocupación es si buscar ayuda profesional demuestra falta de confianza en Dios, especialmente si se trata de problemas de salud mental. A veces, los cristianos olvidamos que Dios espera que utilicemos los recursos que ha puesto a nuestro alcance. Cuando Moisés necesitó una señal, Dios le preguntó: «¿Qué es lo que tienes en la mano?» (Éxodo 4: 2). Cuando una viuda estaba muy endeudada, Eliseo le dijo: «Dime qué tienes en casa» (2 Reyes 4: 2). Acudir a un consejero o a un médico para tratar problemas de salud mental no es negar la fe, de la misma manera que no lo sería acudir a un dentista para una limpieza dental o a un pastor para recibir ayuda espiritual. En todos estos casos, estamos permitiendo que nos cuiden y haciendo uso de los recursos y de las personas que Dios ha puesto a nuestra disposición para su gloria y para nuestro propio bien.
Luego de haber repasado el texto que has copiado y resaltado:
¿A qué conclusiones especiales llegas?
¿Qué preguntas te surgen?
¿Qué partes te parecen difíciles?
¿Por qué a los cristianos a veces les cuesta buscar terapia o tratamiento de salud mental cuando lo necesitan?
Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2025.
1er trimestre 2025 «RENOVAR LA MENTE»
Lección 12 «SENTIRSE SATISFECHO»
Colaboradores: Felipe Torres y Adriana Jiménez