Dar y recibir
Dios anhela saciar a toda alma sedienta (ver Isaías 55: 1; 58: 11). Él está esperando para entrar en nuestros corazones y convertir un desierto sin vida en un exuberante paraíso, pero no puede regar nuestros corazones sin nuestra cooperación. Un corazón feliz es como un lago fresco donde el agua entra constantemente por un extremo y sale por el otro. Cuando un lago no tiene salida, su agua se estanca y se ensucia. Lo mismo ocurre con el cristiano, que debe dar y recibir constantemente para mantenerse fresco.
Fíjate en el equilibrio que existe entre dar y recibir. Un alma enfocada hacia dentro (es decir, con un desequilibrio en cuanto a recibir) nunca puede ser un alma satisfecha. Dios tiene que ampliar nuestro enfoque y equilibrarnos para sanarnos. Preocuparnos por el dolor de los demás y responder a sus necesidades nos da un nuevo sentido y propósito. Cuando animamos y elevamos a los que nos rodean, descubrimos la alegría y la satisfacción. Cuando ayudamos a otros a encontrar la sanación, Dios nos ayuda a encontrar la sanación. Cuando acogemos a los marginados, Dios nos acoge.
Una persona que sufre no necesita esperar a que todos sus problemas se resuelvan antes de ayudar a los demás. Lo mejor que puede hacer es encontrar a personas que sufren a las que pueda ayudar y que puedan ayudarla en su camino de curación. Observa la secuencia del ministerio y la sanación en Isaías 58. Una vez que «rompas las cadenas de la injusticia y desates los nudos que aprietan el yugo», «dejes libres a los oprimidos», «y acabes, en fin, con toda tiranía», y «que compartas tu pan con el hambriento y recibas en tu casa al pobre sin techo», «entonces brillará tu luz como el amanecer y tus heridas sanarán muy pronto» (vers. 6-8). «Si te das a ti mismo en servicio del hambriento, si ayudas al afligido en su necesidad, tu luz brillará en la oscuridad, tus sombras se convertirán en luz de mediodía» (vers. 10). Aunque Dios busca ayudarnos a todos, quiere atender especialmente a las personas que buscan ayudar a los demás. Dios podría llevar a cabo su obra enteramente a través de los ángeles, pero quiere compartir la obra con nosotros para que podamos participar de su alegría.
Por supuesto, experimentar la curación también significa que estás abierto a aceptar y buscar ayuda de los demás cuando la necesitas. Se trata tanto de recibir como de dar (de nuevo, es un equilibrio). Buscar la sanación de parte de Dios mientras te aíslas de la comunión con el pueblo de Dios es una tontería. «El egoísta solo busca su interés, y se opone a todo buen consejo» (Proverbios 18: 1). A veces podemos aislarnos estando cerca de las personas o incluso servirles sin estar verdaderamente conectados y sin ninguna reciprocidad. Siempre hay cierto riesgo en dejar que los amigos entren en nuestros espacios seguros. Especialmente si nos han herido antes, puede resultar difícil ser vulnerable y bajar nuestras defensas. Puede ser aún más difícil ignorar nuestro orgullo personal. Si lográramos ser humildes, admitiríamos que necesitamos el ánimo que los demás ofrecen. A veces hace falta un amigo que nos diga palabras alentadoras que «son un panal de miel: endulzan el ánimo y dan nuevas fuerzas» (Proverbios 16: 24). Las palabras amables pronunciadas en el momento oportuno salvan matrimonios, trabajos, iglesias y vidas. «La vida y la muerte dependen de la lengua» (Proverbios 18: 21). Ya sean palabras, ya sean acciones, necesitamos recibir de los demás tanto como necesitamos dar.
Como dice Pablo en Gálatas, «ayúdense entre sí a soportar las cargas» (6: 2). Cada uno de nosotros tiene una medida de influencia. Todos podemos ayudarnos mutuamente.
Regresa al texto que has escrito o parafraseado. Analízalo directamente y reflexiona sobre su contenido con máximo detenimiento.
- Encierra en un círculo las palabras, frases e ideas que se repiten.
- Subraya las palabras y frases que consideras más relevantes y que te resultan más significativas.
- Utiliza flechas para conectar algunas palabras y frases que se relacionan con otros conceptos similares.
- ¿A qué parece apuntar lo que copiaste y relacionaste?
Memoriza tu versículo favorito de Isaías 58. Escríbelo varias veces a fin de que te ayude a recordarlo fácilmente.
¿Qué podría facilitar el descubrimiento de tu propósito en la vida?
¿Qué te dificulta aceptar y buscar ayuda cuando la necesitas? ¿Qué puedes hacer para superar estos obstáculos?
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Colaboradores: Felipe Torres y Adriana Jiménez