Lección de Univversitarios 2025 Para el: 09 marzo
Llorar con esperanza
La Primera Carta de Pablo a los Tesalonicenses ofrecía palabras de consuelo y esperanza a quienes habían experimentado dolor y pérdida. Esta iglesia recién establecida lloraba la muerte de algunos de sus miembros. Pablo quería consolarlos anclando su fe en la esperanza del regreso de Cristo. De esta carta de Pablo aprendemos que está bien entristecerse cuando perdemos a un ser querido (ver 1 Tesalonicenses 4: 13). El apóstol no tenía la intención de despojar de sus penas a quienes estaban de duelo (lo cual ni siquiera es posible). Comprendió que hay un tiempo para llorar (ver Eclesiastés 3: 4) y expresar la pena (ver Juan 11: 35). Durante estos tiempos de duelo, solo hay que afrontar un día a la vez.
En lugar de mirar hacia un futuro lejano, preguntándote cómo te las arreglarás solo en los próximos días, meses y años, confía en que Jesús te dará la fuerza para cada día que venga (ver Mateo 6: 34; 2 Corintios 12: 9). Cuando empieces a recuperarte, comienza a llenar tu vida de actividades significativas otra vez, aunque en ese momento no te resulten especialmente placenteras. Retomar tus aficiones y volver a ocuparte con las responsabilidades y obligaciones de la vida diaria puede ayudarte a sanar y a encontrar de nuevo el propósito y la alegría de vivir.
Incluso en nuestro dolor, ¡no tenemos por qué perder la esperanza! En momentos de gran pérdida, podemos encontrar esperanza cuando recordamos que Jesús también murió. Incluso Cristo, que logró nuestra salvación eterna, murió. Pero no permaneció en la tumba. La buena noticia del evangelio es que Jesús está vivo. Su resurrección nos asegura que, cuando vuelva, nos reuniremos con nuestros seres queridos (ver 1 Tesalonicenses 4: 17). Esta vida no es el fin de la historia. Nuestra pérdida no es definitiva. Aquel que rompió las cadenas de la muerte una vez, volverá a hacerlo por todos los que han dormido en Cristo. Dios ha dado este mensaje para consolar a cada creyente (vers. 18). Cuando vemos a alguien pasar al descanso, a veces nos preocupamos por si estaba preparado o no para partir, pero siempre podemos confiar a Dios el destino de cada persona, sabiendo que nuestro amoroso Salvador es un buen pastor para con todas sus ovejas (Juan 10: 11). Él hará lo correcto y lo mejor en cada caso.
La muerte es dolorosa porque la muerte no es natural; es una maldición. La Biblia enseña que «el último enemigo que será derrotado es la muerte» (1 Corintios 15: 26). Está bien odiar la muerte y desear que nunca ocurra; Dios también la odia. La muerte nunca formó parte del plan perfecto de Dios, sino que es obra del maligno. Satanás es un destructor y un asesino (ver Juan 8: 44). Puede que consiga asestarnos un golpe, pero Jesús obtendrá la victoria final. Cristo vino a este mundo para revertir la maldición del pecado y de la muerte (ver Gálatas 3: 13). Con él, la muerte no es el fin de la historia. Jesús nos ha preparado un lugar donde la muerte nunca podrá entrar (ver Apocalipsis 21: 4). No podemos escapar del dolor de la muerte en este mundo, pero podemos depositar nuestra fe y nuestra esperanza en un futuro en el que la muerte no volverá jamás a existir. Esta es la buena noticia del evangelio de Cristo.
Regresa al texto que has escrito o parafraseado. Analízalo directamente y reflexiona sobre su contenido con máximo detenimiento.
Repasa 1 Tesalonicenses 4, encuentra un versículo que te llame la atención y memorízalo. Escríbelo varias veces a fin de que te ayude a recordarlo fácilmente.
¿Qué puede hacer una persona para consolar a otra que ha perdido a un ser querido?
¿Cómo es posible estar triste y esperanzado (una aparente contradicción) al mismo tiempo?
Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2025.
1er trimestre 2025 «RENOVAR LA MENTE»
Lección 11 «AFRONTAR EL DUELO»
Colaboradores: Felipe Torres y Adriana Jiménez
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