<<Cualquier cosa que ustedes pidan en mi nombre, yo la haré; así será glorificado el Padre en el hijo>>
Juan 14: 13, NVI
En el nombre de Cristo podemos presentar nuestras peticiones ante el trono de la gracia. A través de él, indignos como somos, podemos obtener todas las bendiciones espirituales. __Testimonios para la Iglesia, t. 5, p.205.
Clamen a Dios todos los que están afligidos, o que han sido tratados injustamente. Apártense de aquellos cuyo corazón es como el acero, y hagan sus peticiones a su hacedor. Nunca será rechazado el que acuda a él con corazón contrito. Ninguna oración sincera se pierde. En medio de las antífonas del Coro celestial, Dios oye los clamores del más débil de los seres humanos. Derramemos los deseos de nuestro corazón en nuestra cámara secreta, expresemos una oración mientras andamos por el camino y nuestras palabras llegarán al trono del Monarca de universo. Puede ser inaudibles para todo oído humano, pero no morirán en el silencio, ni serán olvidadas a causa de las actividades y ocupaciones que se efectúan. Nada puede ahogar el deseo del Alma. Este se eleva por encima del ruido de la calle, por encima de la confusión de la multitud, y llega a las cortes del cielo. Es a Dios a quién hablamos y nuestra oración es escuchada. –Palabras de vida del gran Maestro, cap. 14, p. 139.
<< Pidan en mi nombre >>, dice Cristo. Cristo es el vínculo entre Dios y el ser humano. Ha prometido interceder personalmente por nosotros. Él pone toda la virtud de su justicia del lado del suplicante. Implora en favor del ser humano, y este, necesitado de la ayuda divina, implora en favor de sí mismo ante la presencia de Dios, valiéndose de la influencia de Aquel que dio su vida para que el mundo tenga vida (eterna). Al reconocer ante Dios nuestro aprecio por los méritos de Cristo, nuestras intercesiones reciben un toque de incienso fragante. Al allegarnos a Dios en virtud de los méritos del Redentor, Cristo nos acerca a su lado abrazándonos con su brazo humano, mientras que con su brazo divino se hace del trono del infinito.
Si, Cristo se ha convertido en el cauce de la oración entre el ser humano y Dios. También se ha convertido en el cauce de bendición entre Dios y el ser humano. Ha unido la divinidad con la humanidad.
Oren, sí, oren con fe y confianza inquebrantable. El Ángel del pacto, el mismo Señor Jesucristo, es el Mediador que asegura la aceptación de las oraciones de sus creyentes. —-Testimonios para la iglesia, t. 8, pp.190, 191.
EL TRONO DE GRACIA
Tomado de: Lecturas Devocional Vespertino 2025
«La Maravillosa Gracia De Dios»
Por: Elena G. White
Colaboradores: José Sánchez y Silvia García