[Satanás] tienta a los hombres a desconfiar del amor de Dios ya dudar de su sabiduría. Constantemente pugna por despertar en los seres humanos un espíritu de curiosidad irreverente, un inquieto e inquisitivo deseo de penetrar en los inescrutables secretos del poder y la sabiduría de Dios. En sus esfuerzos por escudriñar aquello que Dios tuvo a bien ocultarnos, muchos pasan por alto las verdades eternas que nos ha revelado y que son esenciales para nuestra salvación. Satanás induce a los hombres a la desobediencia llevándoles a creer que ingresan en un admirable campo de conocimiento. Pero todo esto es un engaño. Ensoberbecidos por sus ideas de progreso, pisotean los requerimientos de Dios, caminando por la ruta que los lleva a la degradación ya la muerte (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 37, 38).
[Cristo] amó tanto a los pobres pecadores que tomó sobre sí la forma de un siervo para sufrir y morir en favor de los hombres. Jesús pudo haber permanecido a la diestra de su Padre, con la corona real en la sien y vistiendo las ropas reales. Sin embargo, escogió cambiar las riquezas, el honor y la gloria del cielo por la pobreza de la humanidad y su posición de alto mando por los horrores del Getsemaní y la humillación de la agonía del Calvario. Se hizo varón de dolores y experimentó en quebrantos para, mediante el bautismo de sufrimiento y muerte, purificar y redimir un mundo culpable…
Cristo sufrió fuera de las puertas de Jerusalén, porque el Calvario estaba fuera de los muros de la ciudad. Esto demostró que Jesús no murió únicamente por los judíos, sino por toda la humanidad. Proclama al mundo caído que vino para ser su Redentor y lo exhorta a aceptar la salvación que ofrece… “Teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura”. Hebreos 10:21, 22 (Testimonios para la iglesia, t. 4, págs. 122, 123).
El gobierno de Dios no se funda en una sumisión ciega ni en una reglamentación irracional, como Satanás quiere hacerlo aparecer. Al contrario, apela al entendimiento ya la conciencia. “¡Venid, pues, y discutimos juntos!” ( Isaías 1:18 ) es la invitación del Creador a los seres que formaron. Dios no fuerza la voluntad de sus criaturas. No puede aceptar un homenaje que no le sea otorgado voluntaria e inteligentemente. Una mera sumisión forzada impediría todo desarrollo real del entendimiento y del carácter: haría del hombre un simple autómata. Tal no es el designio del Creador. Él desea que el hombre, que es la obra maestra de su poder creador, alcance el más alto desarrollo posible. Nos presenta la gloriosa altura a la cual quiere elevarnos mediante su gracia. Nos invita a entregarnos a él para que pueda cumplir su voluntad en nosotros. A nosotros nos toca decidir si queremos ser libres de la esclavitud del pecado para compartir la libertad gloriosa de los hijos de Dios (El camino a Cristo, pp. 43, 44).
Notas de Elena G. White para la Escuela Sabática 2024.
1er. Trimestre 2025 «EL AMOR DE DIOS Y SU JUSTICIA»
Lección 11: «QUÉ MÁS PUEDO HACER»
Colaboradores: Xiomara Moncada y Karla González