lunes , 28 abril 2025
Devocional Vespertino 2025

«AL ALCANCE DE TODOS»

«Y en Cristo tenemos libertad para acercarnos a Dios, con la confianza que nos da nuestra fe en él».

Efesios 3: 12, DHH

Muchos de los que están buscando con sinceridad la santidad de corazón y la pureza de la vida parecen perplejos y desanimados. Las tinieblas y el desánimo a veces vendrán sobre el alma y nos amenazarán con abrumarnos; pero no debemos perder nuestra confianza. Hemos de mantener nuestros ojos fijos en Jesús, ora sintamos o no. Debemos tratar de realizar fielmente todo deber conocido, y entonces descansar con tranquilidad en las promesas de Dios.

A veces un profundo sentimiento de nuestra indignidad estremecerá nuestra alma con una conmoción de terror; pero esto no es una evidencia de que Dios ha cambiado hacia nosotros, o nosotros hacia Dios. No debe hacerse ningún esfuerzo para que el alma alcance cierta intensidad de emoción. Podemos hoy no sentir la paz y el gozo que sentimos ayer; pero por la fe debemos asirnos de la mano de Cristo, y confiar en él tan plenamente en las tinieblas como en la luz.

Satanás puede susurrar: «Eres un pecador demasiado grande para que Cristo te salve». Aun cuando reconozcamos que somos verdaderamente pecadores e indignos, debemos hacer frente al tentador con el clamor: «En virtud de la expiación, yo reclamo a Cristo como mi Salvador. No confío en mis propios méritos, sino en la preciosa sangre de Jesús, que me limpia. En esta circunstancia aferro mi alma impotente a Cristo». 

No nos desanimemos porque nuestro corazón parezca duro. Todo obstáculo, todo adversario interno, solamente aumenta nuestra necesidad de Cristo. Él vino para quitar el corazón de piedra y darnos un corazón de came. Miremos a él para recibir gracia especial a fin de vencer nuestras faltas peculiares. Cuando seamos asaltados por la tentación, resistamos con firmeza las malas insinuaciones. […] Clamemos al querido Salvador por ayuda para sacrificar todo ídolo, y para apartar de nosotros todo pecado acariciado. Que el ojo de la fe vea a Jesús intercediendo ante el trono del Padre, presentando sus manos heridas mientras ruega por nosotros. Creamos que el poder nos viene por medio de nuestro precioso Salvador.  Si permitimos que nuestra mente se espacie más en Cristo y en el mundo celestial, encontraremos un poderoso estímulo y un sostén para pelear las batallas del Señor.  Frente a la hermosura de Cristo, todas las atracciones terrenales parecerán de poco valor.— La edificación del carácter, cap. ll, pp. 88-90.

 

EL TRONO DE GRACIA 

 

Tomado de: Lecturas Devocional Vespertino 2025
«La Maravillosa Gracia De Dios»
Por: Elena G. White
Colaboradores: José Sánchez y Silvia García

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