Devocional Vespertino 2025 Para el: 13 enero
EL REINO DE LA GRACIA
«Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, entonces todas estas cosas les serán añadidas».
Mateo 6: 33, NVI
Los oyentes de las palabras de Cristo seguían aguardando ansiosamente algún anuncio del reino terrenal. Mientras Jesús les ofrecía los tesoros del cielo, la pregunta que preocupaba a muchos era: ¿Cómo podrá mejorar nuestra perspectiva en el mundo una relación con él?Jesús les mostró que al hacer de las cosas mundanales su anhelo supremo, se parecían a las naciones paganas que los rodeaban.
«El mundo pagano anda tras todas estas cosas»- (Luc. 12: 30) dice Jesús. He venido para abrir ante ustedes el reino de amor, de justicia y de paz. Abran el corazón para recibir este reino, y conságrense fielmente a su servicio. Aunque es un reino espiritual, no teman ustedes que sus necesidades temporales sean desatendidas.
Cristo no nos exime de la necesidad de esforzarnos, pero nos enseña que en todo le hemos de dar el primer lugar, el último y el mejor. No debemos ocuparnos en ningún negocio ni buscar placer alguno que pueda impedir el desarrollo de su justicia en nuestro carácter y en nuestra vida. Todo lo que hagamos debe hacerse sinceramente, como para el Señor.
Mientras vivió en la tierra Jesús dignificó la vida en todos sus detalles, al recordar a los seres humanos la gloria de Dios y someterlo todo a la voluntad de su Padre. Si seguimos su ejemplo, nos asegura que todas las cosas necesarias nos «serán añadidas». Pobreza o riqueza, enfermedad o salud, simpleza o sabiduría, todo queda atendido en la promesa de su gracia.— El discurso maestro de Jesucristo, pp. 152, 153.
Las dificultades serán impotentes para detener al que esté resuelto a buscar primero el reino de Dios y su justicia. Por el poder adquirido en la oración y el estudio de la Palabra, buscará la virtud y abandonará el vicio. Mirando a Jesús, el creyente afrontará voluntariamente y con valor el desprecio y el escarnio. Aquel cuya palabra es verdad promete ayuda y gracia suficientes para toda circunstancia. Sus brazos eternos rodean al alma que se vuelve a él en busca de ayuda. Podemos reposar confiadamente en su diligente cuidado, diciendo: «En el día que temo, yo en ti confío» (Sal. 56: 3).— Los hechos de los apóstoles, cap. 44, p. 347.
Tomado de: Lecturas Devocional Vespertino 2025
«La Maravillosa Gracia De Dios»
Por: Elena G. White
Colaboradores: José Sánchez y Silvia García
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