<<Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades los traían a él; y él los sanaba» Lucas 4:40.
Una de las tragedias que ha traído el pecado a este planeta es la enfermedad.
Ningún ser humano ha podido escapar de las garras de una enfermedad física o mental. Toda familia en el mundo ha tenido o tiene que llorar la pérdida de un ser querido que les fue arrebatado por causa de una despiadada enfermedad. Satanás, el autor del pecado, se ha valido de este flagelo para producir dolor, tristeza y muerte, para luego tratar de echar la culpa sobre Dios. Pero, como siempre, miente el enemigo cuando trata de hacer aparecer a Dios como el autor de las enfermedades.
La Biblia muestra que Dios no solo no es el autor de la enfermedad, sino que es el Médico que desea traer salud a la vida de sus hijos. El ministerio de Cristo mostró, más allá de toda duda, que Dios no quiere ver a sus criaturas sufrir bajo ninguna enfermedad. Aun cuando la obra más importante que Cristo vino a realizar fue la de curarnos del pecado, dedicó mucho tiempo a sanar a las personas que vinieron enfermas a él.
Cuando Jesús describió su misión en esta tierra, lo hizo haciéndose eco de las palabras de Isaías 61: 1-2: <<EI Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciego>> (Lucas 4:18). Y eso fue lo que hizo: predicar, enseñar y sanar. «Esta era su misión. Anduvo haciendo bien y sanando a todos los oprimidos de Satanás. Había aldeas enteras donde no se oía un solo gemido de dolor en casa alguna, porque él había pasado por ellas y sanado a todos sus enfermos>> (El camino a Cristo, cap. 1, p. 17).
Un mundo donde la gente se enferma no fue lo que salió de las manos de Dios al principio, ni es lo que él planea para sus hijos en el futuro. Dice la Biblia: «Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá más muerte, ni habrá más llanto ni clamor ni dolor, porque las primeras cosas ya pasaron» (Apocalipsis 21: 4).
Podemos sentir la seguridad de que nuestro Dios simpatiza con los que estamos sufriendo por alguna enfermedad. Él tiene compasión de nuestros seres queridos que están enfermos, y escucha las oraciones que elevamos para pedirle salud.
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Tomado de: Lecturas Devocionales para Adultos 2024
«ASÍ ES DIOS» Aprendiendo a conocer a Dios
Por: Pr Roberto Herrera
Colaboradores: Nilken Ortíz y Silvia García