El Señor no abandonó a Israel sin hacer primero todo lo que podía hacerse para que volviera a serle fiel. A través de los largos y oscuros años durante los cuales un gobernante tras otro se destacaba en atrevido desafío del Cielo y hundía cada vez más a Israel en la idolatría, Dios mandó mensaje tras mensaje a su pueblo apóstata. Mediante sus profetas, le dio toda oportunidad de detener la marea de la apostasía, y de regresar a él. Durante los años ulteriores a la división del reino, Elías y Eliseo iban a aparecer y trabajar, e iban a oírse en la tierra las tiernas súplicas de Oseas, Amós y Abdías. Nunca iba a ser dejado el reino de Israel sin nobles testigos del gran poder de Dios para salvar a los hombres del pecado (Profetas y reyes, pp. 78, 79).
El amor de Dios es una cadena de oro que une a los seres humanos finitos a sí mismo. Este amor sobrepasa nuestro entendimiento. La ciencia humana no puede explicarlo. La sabiduría humana no puede comprenderlo. Los padres aman a sus hijos, pero el amor de Dios es más grande, más amplio, más profundo, de lo que puede ser el amor humano. Todo el amor paterno que se ha transmitido de generación en generación, a través del canal de los corazones humanos, todos los manantiales de ternura que se han abierto en los hijos de los hombres, no son más que un pequeño riachuelo en el océano sin límites , en comparación con el amor infinito e inagotable de Dios. La lengua no puede expresarlo; la pluma no puede describirlo. Podéis meditar sobre él todos los días de vuestra vida; podéis escudriñar las Escrituras diligentemente en un esfuerzo por comprenderlo; podéis hacer uso de todo el poder y la capacidad que Dios os ha dado; y, sin embargo, hay una infinita más allá. Podéis estudiar ese amor durante siglos y, sin embargo, nunca podréis comprender plenamente la longitud, la anchura, la profundidad y la altura del amor de Dios…
Los hijos del Señor nunca están ausentes de su pensamiento (The Signs of the Times, 13 de julio de 1904).
Satanás está determinado a que los hombres no vean el amor de Dios que lo indujo a dar a su Unigénito para salvar a la raza perdida, pues es la bondad de Dios la que guía a los hombres al arrepentimiento. ¿Cómo tendremos éxito en presentar delante del mundo el profundo y precioso amor de Dios? En ninguna otra forma podremos abarcarlo, a menos que exclamemos: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios”. 1 Juan 3:1 . Digamos a los pecadores: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Juan 1:29 . Presentando a Jesús como el representante del Padre, podremos despejar la sombra que Satanás ha proyectado sobre nuestro sendero a fin de que no veamos la misericordia y el inexpresable amor de Dios como se manifiestan en Jesucristo. Mirad a la luz del Calvario. Es una promesa permanente del amor ilimitado, de la infinita misericordia del Padre celestial (Mensajes selectos, t. 1, p. 183).
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Notas de Elena G. White para la Escuela Sabática 2024.
1er. Trimestre 2025 «EL AMOR DE DIOS Y SU JUSTICIA»
Lección 1: «DIOS AMA DE PURA GRACIA»
Colaboradores: Liliana Valenzuela y Karla González