Cuando Cristo estaba sobre la tierra la gente se agolpaba para escucharlo. Sus palabras eran tan sencillas y claras que aun los menos ilustrados podían entenderle, y sus oyentes lo escuchaban embelesados. Esto enfurecía a los escribas y fariseos. Estaban llenos de envidia porque la gente escuchaba tan atentamente las palabras de este nuevo Maestro, y se propusieron quebrar su poder sobre la multitud. Comenzaron atacando su carácter, diciendo que había nacido en pecado, y que echaba fuera los demonios por medio del príncipe de los demonios. Así se cumplieron las palabras: “Me aborrecen sin causa”. Salmo 69:4; véase Juan 15:25. Los dirigentes judíos difamaron y persiguieron a Aquel que es “señalado entre diez mil y todo él codiciable” (Alza tus ojos, p. 323).
Vivimos en un tiempo cuando con toda justicia puede preguntarse: “Cuando venga el Hijo del hombre, ¿hallará fe en la tierra?” Lucas 18:8.
Oscuridad espiritual ha cubierto la tierra y densas tinieblas a las gentes. Hay escepticismo e incredulidad en muchas iglesias en cuanto a la interpretación de las Escrituras. Muchos, muchísimos, ponen en duda la veracidad y verdad de las Escrituras. El razonamiento humano y las imaginaciones del corazón humano están socavando la inspiración de la Palabra de Dios, y lo que debiera darse por sentado está rodeado con una nube de misticismo. Nada es claro, nítido e inamovible. Esta es una de las señales distintivas de los últimos días (Mensajes selectos, t. 1, p. 17).
Caleb y Josué, los dos que de entre los doce espías habían confiado en la palabra de Dios, se rasgaron las vestiduras en señal de duelo cuando se dieron cuenta de que los informes desfavorables habían causado el desaliento de todo el campamento. Se esforzaron por razonar con los israelitas; pero estos habían enloquecido y habían caído presa del desencanto y no quisieron escuchar a esos dos hombres. Finalmente Caleb se abrió paso hasta el frente y su clara y bien timbrada voz se oyó por encima del clamor de la multitud. Se opuso a la visión cobarde de sus compañeros espías que habían debilitado la fe y el coraje de todo Israel… Habló de la tierra que había visitado. Dijo: “Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos”. Números 13:30. Pero los espías infieles lo interrumpieron, diciendo: “No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros”. Números 13:31.
Esos hombres emprendieron un camino equivocado, dispusieron sus corazones contra Dios, contra Moisés y Aarón y contra Caleb y Josué. Cada paso que daban en la dirección equivocada los hacía más firmes en la decisión de desalentar al pueblo de cualquier intento de poseer la tierra de Canaán. Distorsionaron la verdad para llevar a cabo sus mortíferos propósitos…
Cuando el corazón de los hombres que ocupan posiciones de responsabilidad es vencido por la falta de fe ya no hay límites para su progreso en las malas acciones. Pocos son los que se dan cuenta, al iniciar este peligroso viaje, hasta qué punto los guiará Satanás (Testimonios para la iglesia, t. 4, pp. 150, 151).
Notas de Elena G. White para la Escuela Sabática 2024. 4to. Trimestre 2024 «TEMAS EN EL EVANGELIO DE JUAN» Lección 09: «LA FUENTE DE VIDA» Colaboradores: AURA HERRERA y Adriana Jiménez