Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. 3 Juan 2.
El versículo de hoy muestra que la vida tiene diferentes aspectos. No es solo una experiencia espiritual, ni apenas física o, tal vez, social: es todo un conjunto integrado. Y, para que exista bienestar, todas las áreas de la experiencia humana deben funcionar bien.
Hablemos de la vida física. No podrías vivir sin un cuerpo; por eso, Dios, en la Creación, te dio un cuerpo y te hizo un ser físico. Siendo Dios tu Creador, sabe cómo debe funcionar tu cuerpo y cómo debes cuidarlo, a fin de tener buena salud. Por eso, desde el principio de la Creación se preocupó por la alimentación del ser humano, le dio órdenes claras de cómo debería alimentarse, si deseaba ser sano y feliz.
En el tiempo de Israel, también se preocupó por alimentar a sus hijos. Sabía que el cuerpo físico necesitaba de alimentación, de calor, de agua y de sombra, y les proveyó todo eso de forma milagrosa. Les dio, también, directivas sanitarias que el pueblo debía seguir, para no ser víctima de epidemias por falta de higiene.
Y, en el capítulo 11 de Levítico, les explicó detalladamente qué tipo de alimentos podían comer o no, si quisieran tener salud y vida física abundante. En el Nuevo Testamento, Juan dice: “Que tengas salud”. Sin salud, de nada vale que tengas un buen empleo, dinero o amor; un cuerpo enfermo siempre te estará trayendo dolor, y no te dejará servir a Dios con alegría. El Señor Jesús, durante su ministerio en la tierra, demostró preocupación por la salud física del ser humano: al ver a la multitud hambrienta, la alimentó; al ver a los enfermos, los curó; y a sus discípulos les dijo, muchas veces, que era necesario que reposaran, para tener mejores condiciones de servir.
Al realizar muchos milagros de curación en el sábado, Jesús estaba relacionando, también, el sábado con la salvación, con la vida y con la buena salud. Está probado que el reposo es un remedio en contra del estrés, provocado por la vida agitada que el hombre de nuestros días vive.
¿No crees que la preocupación de Dios por tu salud debería ser motivo de gratitud? Aprovecha este día para evaluar la forma en que estás tratando a tu cuerpo. ¿Bebes suficiente agua? ¿Practicas ejercicios diarios? ¿Te preocupas por tener una alimentación saludable? ¿O piensas que la buena salud es fruto de la casualidad? “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. 3 Juan 2.