Cuando tantos de los seguidores de Cristo lo dejaron, y el Salvador les preguntó a los doce: “¿Queréis acaso iros también vosotros?” Simón Pedro contestó: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”. Juan 6:67, 68. El corazón de Cristo se llenaba de pesar cuando veía que alguien se apartaba de él, porque sabía que la fe en su nombre y su misión es la única esperanza del hombre. El alejamiento de sus seguidores era una humillación para él. ¡Oh, cuán poco saben los seres humanos del pesar que llenaba el corazón de amor infinito cuando tales cosas ocurrían!…
Bien podían decir los discípulos: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”. Piensen en lo que era Cristo: El Hijo del Altísimo, pero al mismo tiempo varón de dolores y experimentado en quebrantos. ¿Hemos recibido la bendición que produce el confiar en él con todo el corazón, y honrarlo manifestándole siempre amor y devoción? Cristo anhela cosechar frutos que calmen el ansia que experimenta su alma en nuestro favor. Desea que llevemos “mucho fruto”.
Mantengamos abierto el corazón a su amor. “¿Qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?”. Marcos 8:36. ¡Oh, cuando podamos expresar con comprensión las palabras de Pedro: “Señor ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”, recibiremos maravillosas bendiciones! (Cada día con Dios, p. 187).
Y si amas a Jesús, tendrás los pies puestos en las huellas manchadas de sangre del Hombre del Calvario, y al final los que hayan obtenido la victoria entrarán por las puertas de la ciudad y tendrán derecho al árbol de la vida. Dios nos ha dado facultades de razonamiento, y quiere que las utilicemos. Nos ha dado una guía que nos indica el único camino correcto para alcanzar la vida eterna. Estudiad las Escrituras por vosotros mismos. Escuchad lo que os dice la voz del verdadero Pastor, y luego caminad por la senda de la humilde obediencia, y al fin se os concederá el don de la vida eterna. No podemos permitirnos perder la vida eterna. Quiera Dios que podamos reunirnos con este querido pueblo en torno al gran trono blanco, y cantar con ellos el cántico de la redención en el reino de la gloria (The Review and Herald, 10 de junio, 1890, párrafo 13).
“Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti; como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste. Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”. El conocimiento correcto de la verdad, de Dios y de Jesucristo, el Redentor del mundo, otorga vida eterna al recipiente, vida espiritual en esta existencia humana y vida eterna en el reino de Dios (_Manuscript Relea_ses, t. 6, p. 233).
Notas de Elena G. White para la Escuela Sabática 2024. 4to. Trimestre 2024 «TEMAS EN EL EVANGELIO DE JUAN» Lección 09: «LA FUENTE DE VIDA» Colaboradores: AURA HERRERA y Adriana Jiménez