A lo largo de su ministerio, Jesús llamó a la gente al discipulado. Sus seguidores más fervientes procedían de entornos poco prometedores: una mujer que había tenido cinco maridos, un hombre enfermo durante treinta y ocho años, un ciego de nacimiento… Estas son las personas que siguieron a Jesús sin vacilar. Otros, con mayores conocimientos y ventajas, como Nicodemo y los dirigentes religiosos judíos, tardaron en llegar a creer, mientras que la mayoría lo rechazaron. Incluso los doce discípulos, que formaban su círculo más íntimo, encontraron difícil comprender y abrazar plenamente lo que significaba ser discípulos.
A medida que se acercaba el final de su ministerio terrenal, Jesús se centró por completo en preparar a ese pequeño grupo para los acontecimientos que pronto sacudirían el mundo. Aparte de sus respuestas durante el arresto y el juicio, Jesús solo se comunicaba con sus seguidores más cercanos. A partir del capítulo 13, el resto de este Evangelio contiene las últimas enseñanzas de Jesús a sus discípulos y los acontecimientos de la semana de la pasión. El relato que Juan hace de estas enseñanzas complementa los capítulos finales de los Evangelios sinópticos. Añadió mucho material que no se incluye en los otros tres Evangelios, pero también omitió acontecimientos significativos, como el hecho de que Jesús instituyera la Cena del Señor.
Curiosamente, Juan no menciona ningún lugar o momento específico en el que ocurrieran las enseñanzas de Jesús entre Juan 13: 31 y 17: 26. Podemos suponer que la mayoría de estas enseñanzas se transmitieron mientras Jesús y sus discípulos caminaban desde el aposento alto hasta el huerto de Getsemaní. La falta intencionada de información en el Evangelio de Juan respecto al lugar, y la ausencia en el relato de la Última Cena, pueden ser significativas. Así que, aun sin importar el sitio específico, podemos leer las instrucciones de Jesús a sus discípulos como aplicables a nosotros. Las palabras de Jesús no eran solo para los discípulos originales; son también para ti y para mí.
Sabiendo que su fin había llegado, Jesús se centró en demostrar su profundo amor a sus seguidores (Juan 13: 1). Juan enfatizó el alcance de la presciencia de Jesús (vers. 1-3): cuál era la hora, de dónde había venido, adónde iba y quién lo iba a traicionar. En sus últimas horas, estaba decidido a dar una demostración final, plena y definitiva de su amor.
Mientras lees Juan 13, presta especial atención a los versículos 31 al 35.
Puedes parafrasear ese pasaje, bosquejarlo o hacer un mapa conceptual del mismo.
Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2024. 4to trimestre 2024 «EL EVANGELIO DE JUAN» Lección 09 «LA PREPARACIÓN DE LOS DISCÍPULOS» Colaboradores: Joaquín Maldonado y Adriana Jiménez