«Respondiendo Jesús, dijo: Aprended de mí»» Mateo 11: 25, 29.
Que Dios es sabio lo vemos claramente en las Sagradas Escrituras. «Con sabiduría fundó el Señor la tierra, con inteligencia estableció los cielos>> (Proverbios 3: 19, LBLA). <<En él están la sabiduría y el poder, y el consejo y el entendimiento son suyos» (Job 12: 13, LBLA). Él es el «único y sabio Dios>> (Romanos 16: 27), cuyo <<entendimiento es infinit0>> (Salmo 147: 5). Este autorretrato del Señor no admite dudas. Ahora bien, ¿qué implica para nosotros saber que Dios es sabio?
Como mínimo, dos cosas:
1) que podemos confiar en que sus caminos son los caminos de la sabiduría y, por tanto, intentar caminar por ellos para vivir con inteligencia.
2) Que imitarlo implica estar abiertos a aprender de él. Te hago una pregunta directa: ¿Cuán abierto estás a seguir aprendiendo?
¿O crees que ya lo sabes todo porque tienes cierta edad, porque un precioso título universitario cuelga de alguna pared, o porque todo el mundo te dice que eres muy listo? A veces nos sucede que, cuanto mayores nos hacemos, cuanto más hemos estudiado, o cuanto más se elogia nuestra inteligencia, más nos sentimos tentados a creer que ya lo sabemos todo, y menos hacemos por seguir aprendiendo. ¿Qué hacer entonces con la exhortación de Jesús a aprender de él?
Decía John Wooden, el legendario entrenador de la NBA, que <<lo que cuenta es lo que aprendes después de creer saberlo todo».* O, como escribió Elena G. de White: «Tenemos muchas lecciones que aprender y muchísimas que desaprender».** Uno de los llamados de la vida cristiana es a no dejar nunca de aprender, a crecer constantemente en conocimiento de Cristo y práctica de los principios y valores del evangelio. Es fundamental que seamos personas enseñables.
«Ser enseñable no tiene que ver con competencia o capacidad mental, sino con actitud. Se trata de desarrollar el deseo de escuchar, de aprender y de aplicar», dice John Maxwell. Yo añado: y de leer la Biblia, para escuchar la voz de Dios. «Se trata de tener hambre de descubrir y crecer; voluntad de aprender, desaprender y reaprender>>.***
¿Eres enseñable? Si es así, solo te falta buscarte al mejor maestro. Yo te recomiendo al Maestro de los maestros, Cristo Jesús, y te recomiendo también la primera clase magistral: el Sermón del Monte. Lee Mateo 5 y 6, y comienza tu curso hoy.
Tomado de: Lecturas Devocionales para Adultos 2024 «ASÍ ES DIOS» Aprendiendo a conocer a Dios Por: Pr Roberto Herrera Colaboradores: Nilken Ortíz y Silvia García