Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Isaías 53:3.
Hay algo que aparentemente confunde, en la personalidad de Cristo.
Isaías dice que él era un “varón de dolores y experimentado en quebranto”. Y, sin embargo era, al mismo tiempo, un ser lleno de gozo. Pero, el regocijo de Jesús no nacía de la satisfacción de sus sentidos, aunque sin duda él se deleitaba con una comida agradable y con una buena noche de descanso. Su regocijo nacía de saber que estaba haciendo la voluntad de su Padre. Había venido a la tierra a rescatar lo que se había perdido, y sabía que el precio del rescate era el dolor, el sufrimiento y, finalmente, la muerte.
Era consciente de su misión y de su alto costo; sabía que cada día que pasaba se acercaba al triste final. Digo, triste para él, que como ser humano tenía instinto de conservación y rehuía el dolor; pero, feliz final para la raza humana, que por causa del sufrimiento de Cristo, disfrutaría de la vida eterna. El gozo inundaba el corazón de Jesús, a pesar de la tristeza del dolor, por causa de la salvación del ser humano.
Jesús albergaba una mezcla de sentimientos: dolor porque se avecinaba el sufrimiento, y gozo porque se aproximaba la redención del hombre. Su mayor alegría era saber que el ser humano perdido podía ser salvo. En esta vida, nadie se regocija con el dolor; el dolor es una experiencia que surgió después de la entrada del pecado. No te sientas pecador, si no te agrada el dolor; eso es normal y propio de la naturaleza humana. Solo los masoquistas buscan y se regocijan con el dolor. Y el masoquismo es un desvío patológico de la personalidad.
Lo que Jesús nos enseña es que, aun en medio del dolor, es posible ser feliz y regocijarse porque sabemos que, si estamos en Cristo, el dolor tiene un sentido. Sin Cristo, el dolor es un absurdo, y te lleva inexorablemente a la desesperación y a la muerte.
Enfrenta los momentos tristes que la vida te presenta. Pero, hazlo con la seguridad de que alguien que te ama mucho fue “despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos”.