Y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre. Hechos 5:41.
La idea central del versículo de hoy es el gozo en medio de la tribulación.
¿Cómo es posible gozar, en medio de la tribulación? La mente no convertida jamás podrá entenderlo, porque este gozo es un fruto del Espíritu. No se vive solo en los momentos “buenos”, también está presente en las dificultades.
Obviamente, nadie desea tener una vida llena de problemas. Pero, cuando los problemas aparecen, el cristiano no se deja abatir sino que se gloría en ellos. “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones”, menciona Pablo.
Podemos aprender de Pedro y de Juan. Ellos acababan de pasar por un momento de humillaciones y sufrimientos por causa de Cristo, y salieron “gozosos de padecer afrenta y de ser avergonzados por causa de Dios”. El dolor no los sumergió en la arena movediza de las lamentaciones y las quejas. Defendían el nombre de Jesús y, aparentemente, habían sido abandonados por Dios: ¿Qué motivo habría para regocijarse? Pero, el cristiano no se regocija “por”, sino “a pesar de”.
Pablo explica las causas del gozo en la tribulación: dice que la tribulación es una herramienta que Dios usa para el crecimiento cristiano. Y, sin duda, Pedro y Juan salieron más maduros de la tribulación; tan maduros que Pedro no temió ser crucificado por causa de su Maestro.
El gozo en la tribulación no es alegría placentera; no es el deseo de dar carcajadas: es satisfacción, serenidad de saber que el dolor que estamos viviendo tiene un propósito. Pero, al mismo tiempo, es la esperanza, la certidumbre de que el dolor pasará, porque Dios así lo ha prometido.
Si en este momento estás atravesando el valle de la sombra y de la muerte, no desesperes. Si es preciso llorar, llora. Pero, permite que Jesús enjugue tus lágrimas; que sus manos, horadadas por los clavos del dolor, toquen tu corazón sangrante y te den paz. Recuerda que Pedro y Juan también pasaron por lo que estás pasando, y “ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre”.