En [el tiempo de Cristo] el sábado había quedado tan pervertido que su observancia reflejaba el carácter de hombres egoístas y arbitrarios más bien que el carácter de Dios. Cristo puso a un lado las falsas enseñanzas con que habían calumniado a Dios los que aseveraban conocerle. Aunque los rabinos le seguían con implacable hostilidad, no aparentaba siquiera conformarse con sus exigencias, sino que iba adelante observando el sábado según la ley de Dios.
En lenguaje inequívoco atestiguó su consideración por la ley de Jehová. “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas: no he venido para abrogar, sino a cumplir. Porque de cierto os digo, que hasta que perezca el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde perecerá de la ley, hasta que todas las cosas sean hechas Mateo 5:17, 18 (Profetas y reyes, p. 183).
Quiera el Señor obrar en los corazones de aquellos que han recibido gran luz, para que se aparten de toda iniquidad. Contemplad la cruz del Calvario. Allí está Jesús quien dio su vida, no para que los hombres continuaran en el pecado, no para que tuvieran permiso para quebrantar la ley de Dios, sino para que por medio de su infinito sacrificio pudieran ser salvos de todo pecado…
Se nos ha preguntado por qué existe tan poco poder en las iglesias, por qué tienen tan poca eficiencia nuestros maestros. La respuesta es que en diversas formas los profesos seguidores de Cristo están albergando pecados conocidos y su conciencia se ha endurecido por haber sido violada durante largo tiempo. La respuesta es que los hombres no andan con Dios sino que se apartan de Jesús, y como resultado vemos cómo en la iglesia hay egoísmo, codicia, orgullo, contiendas, contención, dureza de corazón, licencia, y malas prácticas (Testimonios para los ministros, pp. 161, 162).
El espíritu de la verdad hace mejores hombres y mujeres a los que lo reciben en sus corazones. Trabaja como la levadura hasta que todo el ser está conformado con sus principios. Abre el corazón que ha sido congelado por la avaricia; abre la mano que siempre ha estado cerrada al sufrimiento humano; y se ven como sus frutos la caridad y la bondad…
Día tras día los hombres y las mujeres están decidiendo su destino eterno. Se me ha mostrado que muchos están en grave peligro. Cuando un hombre hará o dirá cualquier cosa para lograr sus fines, nada sino el poder de Dios puede salvarlo. Su carácter necesita ser transformado antes que pueda tener una buena conciencia, libre de ofensas hacia Dios y los hombres. El yo debe morir, y Cristo debe tomar posesión del templo del alma. Cuando, por el rechazo de la luz que Dios ha dado, los hombres abusan de su conciencia y la pisotean, están en terrible peligro. Su futuro bienestar eterno está peligrando (Mente, carácter y personalidad, t. 1, pp. 326, 327).
Notas de Elena G. White para la Escuela Sabática 2024. 4to. Trimestre 2024 «TEMAS EN EL EVANGELIO DE JUAN» Lección 01: «SEÑALES QUE INDICAN EL CAMINO» Colaboradores: AURA HERRERA y Adriana Jiménez