Versículo para Memorizar: “Respeta el día de reposo, …si haces esto, encontrarás tu alegría en mí” (Isaías 58:13, 14).
Mensaje: Adoramos a Dios cuando guardamos el sábado con alegría.
Textos clave y referencias: Éxodo 16; Patriarcas y profetas, cap. 26, pp. 265-269.
¿Sabes cómo es el desierto? Es muy caliente durante el día y muy frío por la noche. Es todo arena y muy poco o tal vez nada puede crecer allí. ¿Dónde podrías encontrar alimento en un desierto? Los israelitas viajaron por el desierto y casi se les acabó el alimento. ¿Qué crees que hicieron?
Dios cuidó amorosamente de los israelitas. Envió una nube que les diera sombra para protegerlos del ardiente calor del sol del desierto durante el día.
Y envió también una columna de fuego que iluminara el campamento y les diera calor durante la noche. Dios los había libertado de Egipto y había destruido a sus enemigos en el mar Rojo.
Pero los israelitas se estaban comenzando a preocupar. Hacía ya seis semanas desde que Dios los había sacado de Egipto y los alimentos que habían traído comenzaban a escasear. —Allá en Egipto teníamos toda la comida que queríamos —se quejaron amargamente a Moisés—. Aquí en el desierto nos vamos a morir de hambre.
Por supuesto que Dios no tenía intenciones de dejarlos morir de hambre. —Va a llover pan del cielo
—le dijo Dios a Moisés—. Estará allí en la mañana. La gente debe salir y recoger cada uno el equivalente a dos litros. Pero no deben conservar nada de ese alimento para el día siguiente. Voy a probarlos para ver si siguen mis instrucciones.
Y así como había dicho Dios, a la mañana siguiente el suelo estaba cubierto de delgadas hojuelas blancas. La gente estaba sorprendida. —¿Qué es esto? —se preguntaban una y otra vez. Parecía como si un rocío especial cubriera toda la tierra. Moisés les dijo: —Es el pan que Dios les prometió. Recójanlo y cómanlo hoy. Pero no traten de guardar nada para mañana porque se echará a perder.
Así que la gente le llamó “maná”, que significa “¿qué es esto?”. Entonces lo juntaron y lo probaron. Era dulce como la miel y había suficiente para todos. Pero tan pronto como calentó más el sol, el maná que quedó sobre la tierra se derritió inmediatamente.
Algunas personas juntaron mucho. Pero cuando lo midieron, no tenían más que dos litros. Otros recogieron poco. Pero cuando lo midieron también tenían dos litros.
—No guarden nada de ese maná para mañana —les había dicho Dios. Pero algunos de los israelitas no prestaron atención. A la mañana siguiente, el maná sobrante estaba lleno de gusanos y olía muy mal.
El sexto día las instrucciones fueron muy diferentes. —Hoy deben recoger el doble de maná —les dijo Moisés—. Mañana es el sábado de Dios, es un día de descanso. No habrá maná en el suelo mañana en la mañana. Así que recojan suficiente para que lo horneen o hiervan, pero guarden algo para mañana.
¿Qué habían aprendido hasta entonces los israelitas? Dios había dicho que no juntaran más de dos litros. También les había dicho que no lo guardaran para el día siguiente. A los que lo habían hecho se les había echado a perder. Pero, ¿puedes creerlo?, algunas personas no juntaron el doble el viernes.
En vez de ello, se levantaron muy temprano el sábado de mañana esperando encontrar maná. ¡Tenían que aprender la lección en forma muy difícil, porque no había maná sobre el suelo ese sábado de mañana! Tampoco hubo el siguiente sábado.
—¿Por cuánto tiempo se van a negar a seguir mis instrucciones? —le dijo suspirando Dios a Moisés.
La historia del maná nos enseña dos cosas acerca de seguir las instrucciones de Dios. La primera es que así como los israelitas, honramos a Dios cuando lo obedecemos. Y reconocemos que Dios está al mando. Seguir sus instrucciones es un acto de adoración.
Nos enseña también que Dios sabe siempre lo que es mejor. Nos prometió que sus planes para nosotros son para nuestro propio bien. Seguir las instrucciones de Dios es la única forma de ser realmente felices.
A los israelitas les tomó un tiempo aprender que necesitaban seguir las instrucciones de Dios con respecto al maná. Pero finalmente aprendieron la lección. Y eso fue bueno, porque Dios los alimentó con maná durante los cuarenta años que pasaron en el desierto.
También aprendieron cuán importante es el sábado para Dios. Él deseaba que ellos, y también nosotros, hiciéramos del sábado un día especial, diferente de los demás días. Cuando guardaron el sábado como un día especial, cuando no trabajaron ese día recogiendo el maná, le mostraron a Dios su amor y obediencia. Y estaban realmente adorándolo.