domingo , 23 marzo 2025
Lección de Universitarios 2024

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La victoria del que llevó nuestros pecados

 «Sería bueno que cada día dedicáramos una hora de reflexión a la contemplación de la vida de Cristo. Debiéramos tomarla punto por punto, y dejar que la imaginación se posesione de cada escena, especialmente de las finales. Y mientras nos espaciemos así en su gran sacrificio por nosotros, nuestra confianza en él será más constante, se reavivará nuestro amor, y quedaremos más imbuidos de su Espíritu. Si queremos ser salvos al fin, debemos aprenderla lección de penitencia y humillación al pie de la cruz».— ElenaG. de White, El Deseado de todas las gentes, cap. 8, p. 66

«Con fieras tentaciones, Satanás torturaba el corazón de Jesús. El Salvador no podía ver a través de los portales de la tumba. La esperanza no le presentaba su salida del sepulcro como vencedor ni le hablaba de la aceptación de su sacrificio por el Padre. Temía que el pecado fuera tan ofensivo para Dios que su separación resultara eterna. Sintió la angustia que el pecador sentirá cuando la misericordia no interceda más por la raza culpable. El sentido del pecado, que atraía la ira del Padre sobre él como sustituto del ser humano, fue lo que hizo tan amarga la copa que bebía el Hijo de Dios y quebró su corazón.»

El inmaculado hijo de Dios pendía de la cruz: su carne estaba lacerada por los azotes; aquellas manos que tantas veces se habían extendido para bendecir, estaban clavadas en el madero; aquellos pies tan incansables en los ministerios de amor estaban también clavados a la cruz; esa cabeza real estaba herida por la corona de espinas; aquellos labios temblorosos formulaban clamores de dolor. Y todo lo que sufrió: las gotas de sangre que cayeron de su cabeza, sus manos y sus pies, la agonía que torturó su cuerpo y la inefable angustia que llenó su alma al ocultarse el rostro de su Padre, habla a cada hijo de la humanidad y declara: por ti consiente el Hijo de Dios en llevar esta carga de culpabilidad; por ti saquea el dominio de la muerte y abre las puertas del Paraíso. El que calmó las airadas ondas y anduvo sobre la cresta espumosa de las olas, el que hizo temblar a los demonios y huir a la enfermedad, el que abrió los ojos de los ciegos y devolvió la vida a los muertos, se ofrece como sacrificio en la cruz, y esto por amor a ti. Él, el Expiador del pecado, soporta la ira de la justicia divina y por causa tuya se hizo pecado».— Ibid. cap. 78, pp. 713, 714, 718 «Cristo no entregó su vida hasta que hubo cumplido la obra que había venido a hacer, y con su último aliento exclamó:“¡Consumado es!”(Juan 19:30, RV95). La batalla había sido ganada. Su diestra y su brazo santo le habían conquistado la victoria. Como Vencedor, plantó su estandarte en las alturas eternas.[…] Hasta la muerte de Cristo, el carácter de Satanás no fue revelado claramente a los ángeles ni a los mundos que no habían caído».— Ibid. cap. 79, p. 719

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Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2024.
2do trimestre 2024
Lección 06 «LA VICTORIA EN LA CRUZ»
Colaboradores: Joaquin Maldonado y Adriana Jiménez

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