Devocional Vespertino 2024 Para el: 27 abril
«Todavía estoy tan fuerte como el día en que
Moisés me envió. […] Dame, pues, ahora este monte». Josué 14: 11, 12
Antes de que comenzara la distribución de la tierra, Caleb, acompañado de los jefes de su tribu, presentó una petición especial. Con excepción de Josué, era Caleb el hombre más anciano de Israel. Ambos habían sido entre los espías los únicos que trajeron un buen informe sobre la tierra prometida, y animaron al pueblo a que subiera y la poseyera en nombre del Señor. Caleb le recordó ahora a Josué la promesa que se le hizo entonces como galardón por su fidelidad: «Ciertamente la tierra que pisó tu pie será para ti y para tus hijos como herencia perpetua, por cuanto te mantuviste fiel a Jehová, mi Dios» (Jos. 14: 9). Por consiguiente solicitó que se le diera Hebrón como posesión.
Lo que pedía le fue otorgado inmediatamente. A ningún otro podía confiarse con más seguridad la conquista de esa fortaleza de gigantes. […] La fe de Caleb era en esa época la misma que tenía cuando su testimonio contradijo el informe desfavorable de los espías. El había creído en la promesa de Dios, de que pondría su pueblo en posesión de la tierra de Canaán, y en esto había seguido fielmente al Señor. Había sobrellevado con su pueblo la larga peregrinación por el desierto, y compartido las desilusiones y las cargas de los culpables; no obstante, no se quejó de esto, sino que ensalzó la misericordia de Dios que le había guardado en el desierto cuando sus hermanos eran eliminados. […] El valiente y viejo guerrero deseaba dar al pueblo un ejemplo que honrara a Dios, y alentar a las tribus para que subyugaran completamente la tierra que sus padres habían considerado inconquistable.
Caleb obtuvo la heredad que su corazón había anhelado durante cuarenta años, y confiado en que Dios lo acompañaba, <<echó de allí a los tres hijos de Anac» (Jos. 15: 14).
Los cobardes rebeldes habían perecido en el desierto; pero los espías íntegros comieron de las uvas de Escol. A cada uno se le dio de acuerdo con su fe. Los incrédulos vieron sus temores cumplirse. No obstante la promesa de Dios, habían dicho que era imposible heredar la tierra de Canaán, y no la poseyeron. Pero los que confiaron en Dios y no consideraron tanto las dificultades que se habían de encontrar como la fuerza de su Ayudador todopoderoso, entraron en la buena tierra.— Patriarcas y profetas, cap. 48, pp. 488, 489, 490.
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Devocional Vespertino para 2024.
«Conflicto y Valor»
Por: Elena G de White
Colaboradores: José Sánchez y Silvia García
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