viernes , 25 abril 2025
Matinal De Damas 2024

ANTE EL DOLOR AJENO

 

«El Señor está cerca  para, para  salvar a los que tienen el corazón  hechpedazos y han perdido la esperanza» (Sal. 34: 18).

«El dolor de ahora es parte de la felicidad de ante. Esa es la cuestión». C. S. lewis

Recientemente, una amiga mía perdió a su padre.  Yo estaba con ella cuando el pastor de la iglesia llegó y, al verla llorar,  la regañó  diciendo: «No llores. Llorar por la  muerte de alguien  no tiene sentido  para qu1ene:  tenemos esperanza». Si aquel comentario me dolió a mí,  no quiero  imaginar cuanto  le dolió  a ella.  Nunca me comentó nada al respecto, pero el hecho de que, ante aquella  frase, ella se echara a llorar todavía más, lo dice todo.

Esas palabras no me parecieron oportunas por varias  razones,  pero mencionaré solo tres.  1) Porque Jesús lloró tras la muerte de Lázaro (Juan 11: 35), y nadie diría que Jesús no tenía esperanza. Jesús no solo tenía esperanza, sino también poder para resucitar a su amigo de la muerte; pero también tenía emociones. Negar las emociones humanas sería como negar nuestra humanidad misma. 2) Porque  el dolor de una pérdida es inevitable. Cuando hemos tenido tal conexión con alguien que nos generó felicidad, sufrir es la respuesta natural de nuestro cerebro al perder esa fuente de felicidad (esa fuente de liberación de dos hormonas de la felicidad llamadas oxitocina y dopamina). 3) Porque llevan implícito un juicio de valor, y acompañar a alguien en su peor momento requiere que lo hagamos  sin juzgarlo, sin pretender comprender lo que está pasando. Cada sufrimiento es único, ¿Quién soy yo para erigirme en juez del sufrimiento ajeno?

En Sobre el duelo y el doloElisabeth Klubler-Ross comenta: «Si pedimos a las personas que superen las etapas del duelo demasiado deprisa, lo único que conseguimos es alejarlas de nosotros. Siempre que pedimos a los demás  que sean distintos a como son, o que sientan algo diferente, no los estamos aceptando como son ni aceptamos dónde se encuentran. A nadie le gusta que le pidan que cambie y nos disgusta todavía más cuando estamos de duelo».

Cuando perdemos  a alguien, el mundo  se detiene y todo parece irreal. No es el mejor momento, para que nos den consejos, porque el cerebro no está preparado para absorberlos. Lo único que se consigue es alejar a la persona y perder su confianza. Dos tragedias en un solo día.

¿Quieres ayudar ante el dolor ajeno? Las palabras  apenas son necesarias; se trata de aliviar con un abrazo y con nuestra simple presencia  dispuesta a hacer lo que deba hacerse.  

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Lecturas Devocionales para Damas 2024
“VIRTUOSA” Ante todo, cristiana
Por: Mónica Díaz
Colaboradores: Ana Hirónymus  y Adriana Jiménez

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