No debemos permanecer siempre en calidad de niños en nuestro conocimiento y experiencia de las cosas espirituales. No hemos de expresarnos siempre en el lenguaje del que acaba de recibir a Cristo, sino que nuestras oraciones y exhortaciones deberían crecer en inteligencia a medida que aumenta nuestra experiencia en la verdad…
Cuando llegue el último gran día, y veamos lo que deberíamos haber alcanzado si hubiéramos aprovechado las ventajas que el Cielo nos concedió, cuando veamos como debimos crecer en gracia, y consideremos esas cosas como Dios las considera, cuando veamos lo que hemos perdido al no crecer hasta llegar a la estatura de hombres y mujeres en Cristo, desearemos haber sido más fervientes y más decididos a alcanzar el precio de nuestra elevada vocación en Cristo Jesús.
El Señor quiere que vosotros comprendáis la posición que ocupáis como hijos e hijas del Altísimo, hijos del Rey celestial (Sons and Daughters of God, p. 330; parcialmente en Hijos e hijas de Dios, p. 332).
La germinación de la semilla representa el comienzo de la vida espiritual, y el desarrollo de la planta es una bella figura del crecimiento cristiano. Como en la naturaleza, así también en la gracia no puede haber vida sin crecimiento. La planta debe creer o morir. Así como su crecimiento es silencioso e imperceptible, pero continuo, así es el desarrollo de la vida cristiana. En cada grado de desarrollo, nuestra vida puede ser perfecta; pero, si se cumple el propósito de Dios para con nosotros, habrá un avance continuo. La santificación es la obra de toda la vida. Con la multiplicación de nuestras oportunidades, aumentara nuestra experiencia y se acrecentara nuestro conocimiento. Llegaremos a ser fuertes para llevar responsabilidades, y nuestra madurez estará en relación con nuestros privilegios.
La planta crece al recibir lo que Dios ha provisto para sustentar su vida. Hace penetrar sus raíces en la tierra. Absorbe la luz del sol, el roció y la lluvia. Recibe las propiedades vitalizadoras del aire. Así el cristiano ha de crecer cooperando con los agentes divinos. Sintiendo nuestra impotencia, hemos de aprovechar todas las oportunidades que 91 www.drministries.org se nos dan para adquirir una experiencia más amplia.
Así como la planta se arraiga en el suelo, así hemos de arraigamos profundamente en Cristo (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 45, 46).
Dios acerca a los suyos a si mismo mediante pruebas difíciles, mostrándoles su propia debilidad e incapacidad y enseñándoles a confiar en el cómo su única ayuda y salvaguardia. Así logra su objetivo. Así quedan preparados para que se los emplee en cualquier emergencia, para desempeñar importantes puestos de confianza y para lograr los grandes fines para los cuales les fueron dadas sus facultades. Dios prueba a los hombres a la derecha y a la izquierda, y así los educa, prepara y disciplina. Jesús, nuestro Redentor, representante y cabeza del hombre, soporto este proceso de prueba. Sufrió más de lo que nosotros podemos ser llamados a sufrir. Llevo nuestras enfermedades y fue tentado en todo como nosotros. No lo sufrió por su propia culpa, sino por causa de nuestros pecados; y ahora, fiando en los méritos de nuestro Vencedor, podemos llegar a ser vencedores en su nombre (Testimonios para la iglesia, t. 4, p. 89)