«Entonces Elías dijo a los profetas de Baal: “Escogeos un buey, y preparadlo vosotros primero, pues que sois los más; e invocad el nombre de vuestros dioses, mas no pongáis fuego debajo”.
« Y ellos tomaron el buey que les fue dado y lo prepararon, e invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: “¡Baal, respóndenos!” Pero no había voz, ni quien respondiese; entre tanto, ellos andaban saltando cerca del altar que habían hecho.
«Y aconteció al mediodía, que Elías se burlaba de ellos, diciendo: “Gritad en alta voz, porque dios es; quizá está meditando, o tiene algún trabajo, o va de camino; tal vez duerme, y hay que despertarle”. Y ellos clamaban a grandes voces, y se sajaban con cuchillos y con lancetas conforme a su costumbre, hasta chorrear la sangre sobre ellos. Pasó el mediodía, y ellos siguieron gritando frenéticamente hasta la hora de ofrecerse el sacrificio, pero no hubo ninguna voz, ni quien respondiese ni escuchase.
«Entonces dijo Elías a todo el pueblo: “Acercaos a mí”. Y todo el pueblo se le acercó; y él arregló el altar de Jehová que estaba arruinado. Y tomando Elías doce piedras […]. Edificó con las piedras un altar en el nombre de Jehová; después hizo una zanja alrededor del altar […]. Preparó luego la leña, y cortó el buey en pedazos, y lo puso sobre la leña. Y dijo: “Llenad cuatro cántaros de agua, y derramadla sobre el holocausto y sobre la leña”. Y dijo: “Hacedlo otra vez”; y otra vez lo hicieron. «Dijo aún: “Hacedlo la tercera vez”; y lo hicieron la tercera vez, de manera que el agua corría alrededor del altar, y también se había llenado de agua la zanja.
«Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: “Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas. Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos”.
«Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja. «Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: “¡Jehová es el Dios, Jehová es el Dios!”» (1 Reyes 18: 25-39)
APLICALO A TU VIDA
Domingo
Imagínate que estás observando a la multitud sobre el monte Carmelo en el momento cuando Elías enfrenta a los profetas de Baal. Como israelita común, podrías sentirte indeciso al estar entre la adoración a Baal y la fe en el Dios verdadero. Después de tres años de sequía y hambruna, estás preparado para creer en cualquier dios que pueda traer lluvia.
Pareciera que todas las probabilidades están a favor de Baal. Sin embargo, después de horas de culto ruidoso, los sacerdotes de Baal no han logrado nada. Tu atención se vuelve hacia el profeta solitario de Dios, Elías. Su sacrificio está empapado de agua, demostrando sin lugar a dudas que él no lo puede encender por sí mismo. Depende completamente del Dios invisible de tus padres.
Escribe tres palabras que describan lo que podrías estar sintiendo en este momento:
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1er Trimestre 2024 “HORA DE ELEGIR”
Lección 10: «FE EN LA CIMA DE LA MONTAÑA»
Colaboradores: Roberto Carlos y Karla González