<<Le lastimaron los pies con grilletes y en el cuello le pusieron un collar de hierro.
Hasta que llegó el momento de cumplir sus sueños, el Señor puso a prueba el carácter de José>>.
Salmo 105: 18, 19, NTV
La fiel integridad de José lo llevó a perder su reputación y su libertad. Esta es la prueba más severa a la que está sometida la persona virtuosa y temerosa de Dios. El mal parece prosperar, mientras que la virtud es pisoteada. […] La religión de José serenó su temperamento e hizo que su compasión por sus prójimos fuera sincera y constante, a pesar de sus pruebas. […] En el momento en que entra a la cárcel pone en acción todo el brillo de sus principios cristianos. Comienza a hacerse útil a los demás. José se muestra jovial, ya que es un caballero cristiano. Dios lo estaba preparando bajo su disciplina para un puesto de gran responsabilidad, honor y utilidad; y José estuvo dispuesto a aprender. Aceptó gustosamente las enseñanzas que el Señor le impartiría. Aprendió en su juventud a llevar el yugo. Aprendió a mandar, porque primero aprendió a obedecer.— Manuscritos inéditos, t. 4, p. 199.
El verdadero carácter de José resplandeció, aun en la oscuridad del calabozo. Mantuvo firmes su fe y su paciencia; los años de su fiel servicio habían sido compensados de la manera más cruel; no obstante, esto no lo transformó en una persona sombría ni desconfiada. Tenía la paz que emana de una inocencia consciente, y confió su caso a Dios. […] Encontró un trabajo que hacer, aun en la prisión. Dios lo estaba preparando en la escuela de la aflicción, para que fuera de mayor utilidad, y no rehusó someterse a la disciplina que necesitaba. En la cárcel, presenciando los resultados de la opresión y la tiranía, y los efectos del crimen, aprendió lecciones de justicia, solidaridad y misericordia que lo prepararían para ejercer el poder con sabiduría y compasión. […] Fue el trabajo que ejecutó en la prisión, la integridad de su vida diaria, y su solidaridad con los que estaban en dificultad y congoja, lo que le abrió paso hacia la prosperidad y los honores futuros. Cada rayo de luz que derramamos sobre los demás se refleja sobre nosotros mismos. Toda palabra bondadosa y compasiva que se diga a los angustiados, todo acto que tienda a aliviar a los oprimidos, y toda dádiva que se otorgue a los necesitados, si son impulsados por motivos sanos, resultarán en bendiciones para el dador.— Patriarcas y profetas, cap. 20, pp. 194, 195
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Devocional Vespertino para 2024.
«Conflicto y Valor»
Por: Elena G de White
Colaboradores: José Sánchez y Silvia García
