Lección de Universitarios 2024 Para el: 05 febrero
El peor crimen jamás cometido en toda la historia de la humanidad fue, sin lugar a dudas, el asesinato del inocente Hijo de Dios. Como su sufrimiento tenía una dimensión espiritual, nadie experimentará jamás el mismo nivel de agonía. Jesús advirtió que los que siguieran sus pasos soportarían la misma persecución, pues llegó a compararla con una «cruz» (Mateo 10: 38), pero ¿cuánto implica esa cruz? ¿Hasta qué punto se reproducirá la persecución contra Cristo contra sus seguidores? Pues bien, sabemos que tendremos que soportar el mismo odio que Jesús y que ese odio se traducirá en persecución, pues él dijo: «Si el mundo los odia a ustedes, sepan que a mí me odió primero. […] Si a mí me han perseguido, también a ustedes los perseguirán» (Juan 15: 18, 20).
Jesús también predijo que esta persecución implicaría cierta cercanía entre la Iglesia y el Estado, empezando por los poderes religiosos: «Tengan cuidado, porque los entregarán a las autoridades, los golpearán en las sinagogas» (Mateo 10: 17). Estas chispas de persecución se convertirían en un infierno una vez que la Iglesia consiguiera armar el poder del Estado: «Hasta los presentarán ante gobernadores y reyes por causa mía; así podrán dar testimonio de mí delante de ellos y de los paganos» (vers. 18). Tal como lo había anticipado, las primeras persecuciones del libro de los Hechos comenzaron con la oposición de los líderes religiosos (caps. 4–5). Al principio se basaban en ataques verbales y ejercían solo un pequeño grado de violencia, pero a medida que la oposición se intensificaba, la violencia aumentaba. Los líderes religiosos arrestaron y encarcelaron a los creyentes (ver Hechos 8: 3) y, al poco tiempo, pudieron aprovechar el poder del rey favorito de Roma para imponer sus puntos de vista y ejecutar a los infractores (Hechos 12: 1-4). Hechos sigue relatando episodios de violencia que ocurrían allí donde los judíos conseguían el apoyo de los gobernantes locales, y cuando termina, los líderes religiosos habían conseguido suficiente apoyo del imperio para mantener encarcelado en Roma a Pablo, el misionero más destacado de la Iglesia.
El Apocalipsis también transmite advertencias gráficas de que el poder perseguidor más poderoso de la historia del mundo será una entidad que fusiona la Iglesia y el Estado. Esta organización —que será la culpable de la muerte del mayor número de mártires cristianos— aparece representada como una mujer que cabalga sobre una bestia (17: 1-6). Sabemos que toda bestia en la profecía bíblica representa a una nación (Daniel 7: 17, 23), y esta bestia lleva una ramera, que representa a un pueblo «cristiano» corrupto, es decir, a una Iglesia corrupta (Jeremías 3: 1-3; Oseas 1: 2). Una de las señales más claras de tal Iglesia es el hecho de suplir su falta de poder del Espíritu Santo con el poder del Estado. La Iglesia corrupta de Apocalipsis coincide con esta descripción. Se la representa cabalgando sobre la bestia, y no viceversa, porque en este punto la Iglesia ha aprovechado con éxito el poder del Estado para su propia agenda religiosa. Esto es importante: el Estado no controlará a la Iglesia; más bien, la Iglesia controlará al Estado.
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Lección de Universitarios 2024
1er Trimestre 2024 «JESÚS Y LA LIBERTAD»
Lección #6: «LA COALICIÓN CONTRA CRISTO»
Colaboradores: Joaquín Maldonado & Mayra
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