Sin categoría Para el: 20 enero
Versículo de Memoria
«¡Respóndeme, Señor; respóndeme, para que esta gente sepa que tú eres Dios, y que los invitas a volverse de nuevo a ti!» (1 Reyes 18: 37).
Mensaje
Dios nunca deja de esforzarse por trata de ganar nuestros corazones.
Referencias:
1 Reyes 18: 16-20; Profetas y Reyes, cap. 11, pp. 95-101.
¿Has deseado alguna vez tener alguna cosa con tanta intensidad que has persistido en ello hasta conseguirla? Tal vez tuviste que ahorrar dinero con ese fin. Es posible que hayas importunado a tus padres pidiéndoselo. Puede haberte parecido que nunca conseguirías lo que tanto deseabas. ¿Has pensado que en algunos casos Dios se siente de ese modo? Imagina la escena que sigue.
Hacía tres años que no llovía. Todos sabían que eso tenía que ver con un profeta llamado Elías. Él había dicho al rey Acab que no llovería hasta que Dios así lo dispusiera. Acab había buscado a Elías por todas partes. Hasta había enviado a sus agentes a otros países para que lo buscaran.
Pero ahora todos los israelitas se dirigían al monte Carmelo. Habían oído decir que Elías había vuelto y había dicho a Acab que llevara a todos los sacerdotes de Baal al monte, donde él los esperaría. Dijo que Dios se les manifestaría a ellos.
—Me sorprende que Elías tenga tanto valor para mostrarse en público —dijo Set a su amigo Benjamín mientras se dirigían hacia el lugar de la reunión en el monte Carmelo—. Mi padre dice que Acab culpa a Elías de la sequía y el hambre que hay en Israel.
—Mira, Elías se está preparando para hablar —dijo Benjamín procurando abrirse paso entre la multitud.
—Hoy tendrán que elegir en forma definitiva quién es Dios. ¿Será Baal o Jehová de los ejércitos? Ya es hora de que se decidan. No pueden tener a ambos —dijo Elías.
Luego pidió que le llevaran dos toros jóvenes.
—Soy el único profeta de Dios que ha quedado —continuó diciendo—. Pero Baal tiene 450 profetas. Cada uno invocará a su Dios para ver quién contesta.
Cuando los hombres se alejaron en busca de los toros, Elías dijo a los profetas de Baal:
—Tienen que construir un altar. Yo repararé el altar de Dios. Comiencen ahora mismo para que el altar esté listo cuando lleguen los toros.
Set y Benjamín observaban mientras los hombres acarreaban piedras y construían el altar. Finalmente llegaron los toros y fueron conducidos al lugar elegido.
—Elijan un toro y mátenlo —ordenó Elías a los profetas de Baal—. Dispongan su carne sobre el altar, pero no la quemen. Yo haré lo mismo. Cuando los profetas de Baal terminaron, Elías se volvió a la multitud y les dijo:
—Ahora vamos a probar a nuestros dioses. Los invocaremos en oración y les pediremos que hagan descender fuego del cielo para que consuma el sacrificio. El dios que encienda el fuego en el altar será el dios verdadero. A él debemos seguir. Que comiencen los sacerdotes de Baal —ordenó Elías.
Los sacerdotes comenzaron a lanzar gritos y alaridos invocando a Baal. Pasaron algunas horas sin ningún resultado.
—Es posible que Baal esté durmiendo —se burló Elías—. O bien salió de viaje.
Los sacerdotes se pusieron frenéticos. Se cortaron el cuerpo en su esfuerzo por atraer la atención de Baal. Los sacerdotes finalmente se dieron por vencidos. Baal no había encendido el fuego del sacrificio.
Ahora le llegó el turno a Elías. Volvió a hablar a la multitud:
—Acérquense. No tengan miedo.
Elías comenzó a cavar una zanja alrededor del altar recién reparado.
—¿Por qué necesita una zanja alrededor del altar? —preguntó Benjamín a Set.
—No tengo idea —contestó Set—. Nunca había visto hacer eso.
Cuando terminó la zanja, Elías mató el toro y lo colocó sobre el altar.
—Necesito cuatro cántaros de agua —pidió.
Cuando llevaron el agua, les ordenó que la derramaran sobre el sacrificio. Y los envió a buscar más agua, que también fue derramada sobre el sacrificio y la leña. Esto se repitió tres veces.
Elías ocupó su lugar junto al altar y comenzó a orar:
—Señor, esta gente necesita saber que tú eres el Dios verdadero. Hice lo que me ordenaste y reparé el altar. Te ruego que contestes mi oración y que vuelvas a esta gente hacia ti. Muéstrales que los estás llamando para que te sigan.
En cuanto terminó de orar cayó fuego del cielo. Quemó la carne del sacrificio. Quemó la leña mojada. ¡Y hasta consumió las piedras del altar! Chamuscó la tierra y evaporó hasta la última gota de agua.
—¡Los sacerdotes de Baal nos engañaron! —gritó Benjamín—. ¡Jehová es el Dios viviente y no Baal!
—¡Jehová es Dios! ¡Jehová es Dios!
—exclamó la multitud mientras se ponía de rodillas.
En esa ocasión Dios se había manifestado como el Dios del fuego; pero deseaba ser mucho más que eso para sus hijos apóstatas.
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Lección de Escuela Sabática para INTERMEDIARIOS
1er Trimestre 2024
Lección 04: «ELÍAS ENFRENTA A LOS FALSOS PROFETAS»
Colaboradores: Ana Santana y Adriana Jiménez
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