Pero si vas así, si lo haces, y te esfuerzas para pelear, Dios te hará caer delante de los enemigos; porque en Dios está el poder, o para ayudar, o para derribar. 2 CRÓN. 25:8.
Ed era cristiano, pero tenía un grave problema con el cigarrillo. Era adicto; durante 20 años había fumado más de dos cajetillas al día. Un día, Ed me pidió que lo ayudase a dejar de fumar. Pasé tiempo con él, explicándole cómo Jesús obró milagros en todo el Nuevo Testamento. Hablamos de casos de personas que parecían sin esperanza pero que fueron sanadas en forma milagrosa.
Finalmente le pedí a Ed que trajera todos sus cigarrillos y los colocara sobre el piso. Nos arrodillamos juntos, y animé a Ed a ofrecer una simple oración de fe, creyendo que Dios lo liberaría. Su oración, una de las más débiles que he escuchado, más o menos fue así: «Oh, querido Jesús, no puedo dejar de fumar. Tú sabes que yo no puedo dejar de fumar. Soy débil, Señor. El tabaco me tiene atrapado y no puedo dejarlo»
No me pude aguantar. Lo sacudí mientras oraba. Le dije: «¡Deja de orar de esa manera!» Me miró y me dijo: «Pastor, ¿qué dijo usted?» Le contesté: «No ores más. Vas a estar peor luego de orar que antes de orar». Él nunca había escuchado que un predicador le hablase así antes. Le dije: «Mira, tú te estás convenciendo a ti mismo que no puedes dejar de fumar, pero Jesús dice en Mateo 7:7, 8: ‘Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla: y al que llama, se le abrirá'».
Le dije a Ed: «Arrodíllate y dile a Dios: ‘Sé que soy débil, pero tú eres fuerte, Señor. Tú tienes un poder grandioso. Tú tocaste los ojos ciegos y fueron abiertos. Tú tocaste los oídos sordos y fueron destapados. Señor, tu poder es mayor que el tabaco’.
«Ed, tu problema es que piensas que el tabaco es mayor que Jesús, pero tú necesitas decirle a Jesús que crees que su poder es mayor. Por favor ora nuevamente ahora».
Él inclinó su cabeza y oró: «Querido Jesús, soy tan débil, pero tú eres fuerte. Tú eres poderoso. Tú puedes librarme, Señor. Puede que yo sienta la tentación, pero tú eres mayor que la tentación. Puede ser que quiera salir a conseguir tabaco, pero tú eres mayor que eso, Señor. Por favor, líbrame».
¡Por la gracia de Dios Ed fue librado! Y usted también puede ser librado.
¿Hay algún hábito que lo tiene atrapado? ¿Hay algún pecado que lo mantiene prisionero? Acepte las promesas de Dios por fe. Crea que él tiene el poder para librarlo. Ríndale ese pecado específico a Jesús. En Jesús, el nombre todopoderoso, clame la victoria sobre ese pecado, y espere un milagro.
Usted puede renovarse en este nuevo año, porque Dios encontrara una forma de librarlo de sus hábitos esclavizantes.
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Lecturas Devocionales Familiares 2023
«SOBRE TIERRA FIRME»
Por: MARK FINLEY
Colaboradores: Familia Mariscal
