En el día de Pentecostés, el lnfinito se manifestó con poder a la iglesia. Mediante su Espíritu Santo, descendió de las alturas de los cielos como un poderoso viento al aposento donde estaban reunidos los discípulos. Palabras de arrepentimiento y confesión se mezclaban con cantos de alabanza por los pecados perdonados. Se oían expresiones de agradecimiento y profecía. Todo el cielo se inclinaba para contemplar y adorar la sabiduría de amor incomparable e incomprensible.
Los apóstoles y discípulos estaban maravillados, y exclamaron: «¡Aquí hay amor!» Se apoderaron del don impartido. Sus corazones estaban llenos de una benevolencia tan plena, tan profunda, tan abarcante, que los impulsó hasta lo último de la tierra, testificando… Estaban llenos de un intenso anhelo por añadir a la iglesia a los que serían salvos (A fin de conocerle, p. 343).
Tres mil almas se añadieron a la iglesia. Los apóstoles hablaron impulsados por el Espíritu Santo; y sus palabras no podían ser contradichas porque las confirmaban extraordinarios milagros llevados a cabo gracias al derramamiento del Espíritu de Dios. Los discípulos mismos se asombraron de los resultados de esta manifestación, y de la rapidez y la abundancia de la cosecha de almas. Todos se llenaron de asombro…
Los argumentos de los apóstoles por sí solos, aunque claros y convincentes, no habrían sido capaces de eliminar los prejuicios de los judíos que se habían opuesto a muchísima evidencia. Pero el Espíritu Santo introdujo esos argumentos con poder divino en sus corazones. Eran como agudas flechas del Todopoderoso, que los convencieron de su terrible culpa al rechazar y crucificar al Señor de gloria. «Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo» (La historia de la redención, pp. 255, 256).
Pronto se realizarán cambios importantes y rápidos, y el pueblo de Dios debe estar dotado del Espíritu Santo para que, con sabiduría celestial, pueda hacer frente a las emergencias de esta época y hasta donde sea posible contrarrestar los movimientos desmoralizadores del mundo. Si la iglesia no se duerme, si los discípulos de Cristo velan y oran, podrán tener luz para comprender y apreciar los movimientos del enemigo.
¡El fin está cerca! Dios invita a la iglesia a poner en orden las cosas pendientes. Colaboradores de Dios, estáis facultados por el Señor para llevar a otros al reino. Habéis de ser los agentes vivos de Dios, conductos de luz para el mundo, y en derredor vuestro hay ángeles del cielo, enviados por Cristo para sosteneros y fortaleceros mientras trabajáis por la salvación de las almas (Testimonios para la iglesia, t. 6, p. 436).
Notas de Elena G. White para la Escuela Sabática 2023. 4º. Trimestre 2023 «LA MISIÓN DE DIOS: MI MISIÓN» Lección 6: «MOTIVACIÓN Y PREPARACIÓN PARA LA MISIÓN» Colaboradores: Ana Hironymus & Esther Jiménez