No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz. ISA. 43:18, 19.
Frank Deford quedó destrozado con la muerte de su hija, Alejandra. Ella había muerto a los 8 años de fibrosis cística.
Varios meses después del funeral empezaron a pensar en adoptar a otra niña. Su hijo Chris pensaba que la idea era muy buena. Pero Frank dudaba. Era algo bueno proveerle un hogar a algún niño necesitado, pero Frank no podía ni pensar en que un extraño tomase el lugar de Alejandra. Parecía terriblemente injusto. Nadie podría reemplazarla.
Una tarde la esposa de Frank dijo: «Sabes, si quisiéramos tener un bebé, sería muy difícil en los Estados Unidos. Tendría que ser en algún país lejano».
Sí, Frank entendía eso. Luego su esposa le preguntó: «¿Te acuerdas de la oración de Alejandra? ¿Te acuerdas de la parte que ella decía cada noche?» Sí, Frank se acordaba. Su hija siempre había orado: «Y Dios, por favor cuida de nuestro país, y trae algunos pobres a nuestro país».
A Frank se le llenaron los ojos de lágrimas. Ahora entendía. Si adoptaban otra niña, ella nunca reemplazaría a Alejandra, pero su oración sería contestada.
A los pocos meses los Defords trajeron a su hogar a una preciosa niña de las Filipinas. Ahora podían seguir reconstruyendo sus vidas. El idealismo de una niña los había llevado a la acción. Más tarde Frank escribió: «Tendremos que volver a comenzar y seguir adelante. Pero gracias, Alejandra, porque hemos tenido mucho que hacer desde que tú entraste en nuestras vidas».
Podemos quedar aprisionados en el dolor del pasado o seguir adelante hacia un nuevo comienzo. Los nuevos comienzos no ignoran o borran el pasado, pero nos llevan más allá del dolor devastador. Nos sacan de la esclavitud destructiva. El pasado nos enseña, pero no nos domina. Alguien adecuadamente lo expresó: «No se puede correr hacia adelante mirando hacia atrás».
Cada mañana Dios nos invita a tener un nuevo comienzo. «Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad» (Lam. 3:22, 23).
Frank Deford y su esposa tuvieron un nuevo comienzo. La hija que adoptaron no reemplazó a Alejandra, pero sí les trajo un nuevo gozo. Descubrieron que «nunca decayeron las misericordias» de Dios. Sus misericordias «nuevas son cada mañana». Pudieron exclamar: «Grande es tu fidelidad».
Nosotros también podemos descubrir a este Dios de los nuevos comienzos. Podemos dejar atrás los errores del pasado. Podemos comenzar nuevamente. Permita que hoy sea el día de un nuevo comienzo para usted.