Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. COL 3:2.
Se cuenta la historia de una familia que vivió en un lugar aislado cerca de la desolada costa de Nueva Inglaterra. Ellos habían construido su hogar con sus propias manos, lo mismo que el mobiliario. Tenían dos hijos grandes. Uno de ellos era un joven doctor que estaba constantemente fuera de la casa, visitando los pequeños pueblos y los asentamientos aislados a lo largo de la costa. La otra era una joven solitaria, de unos 20 años.
Cada tarde ella salía, en medio del silencio de los bosques cercanos, sin que su familia supiera dónde, a buscar un retiro en medio de la naturaleza donde tener sus momentos de devoción. Y siempre cantaba:
«Cuando lentamente caen las horas de la tarde, sobre cimas y montañas, campos y flores, cuán dulce es dejar el mundo lleno de trajines, y elevar al cielo la voz en oración».
Una tarde mientras ella gozaba de su meditación, y justo cuando había completado las primeras dos líneas de su pequeño cántico, un extraño se le apareció por detrás, la golpeó en la cabeza, y huyó. Ella cayó al suelo inconsciente. Notaron la ausencia de la joven al servirse la cena. Su familia y sus amigos la buscaron desesperadamente. La encontraron inconsciente. Así permaneció por varios días. Llamaron al hermano, que era médico, e hicieron planes para operarla a fin de aliviar la presión de su cerebro.
Cuando al fin recuperó la conciencia, sus labios comenzaron a moverse, y ella finalizó el cántico que se había interrumpido tan abruptamente unos días atrás: «Cuán dulce es dejar el mundo lleno de trajines, y elevar al cielo la voz en oración»
Cuando el pueblo de Dios se levante de sus tumbas en el glorioso retorno de Jesús, sus pensamientos continuarán como lo fueron en la tierra. El apóstol Pablo habla de aquellos quienes «piensan en las cosas de la carne» y aquellos quienes «son del Espíritu» (Rom. 8:5). Pablo escribe: Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz» (vers. 6).
Si cultivamos pensamientos espirituales aquí, nuestras mentes estarán llenas de pensamientos espirituales a través de la eternidad. El proceso que comenzamos aquí continuará allá. No podemos esperar tener pensamientos espirituales en el cielo si tenemos pensamientos carnales en la tierra. Para el cristiano consagrado, pensar en el cielo comienza ahora mismo.