Romanos 12 nos dice que debemos responder al amor de Dios cambiando nuestra forma de vivir. La reforma de la salud y los cambios de estilo de vida se hacen con demasiada frecuencia desde la mentalidad legalista de que así podremos ganarnos la salvación. Si bien hay un beneficio inmediato en una alimentación saludable, si lo hacemos desde el legalismo, nuestra salud física mejorará mientras que nuestra salud espiritual sufrirá. Jesús siempre está interesado en los fundamentos, porque son la parte más importante de cualquier estructura, y el fundamento de la vida cristiana siempre tiene que ver con el porqué. Todo se reduce a nuestros motivos. Hacer lo correcto por las razones equivocadas siempre resulta en beneficios limitados.
El porqué de vivir sano está claramente establecido en el versículo 1: «La misericordia de Dios». Ninguno de nosotros merece la vida, y solo la tenemos gracias al sacrificio de Cristo. Esta sencilla verdad debería guiar nuestras decisiones. Sin embargo, con demasiada frecuencia buscamos un estilo de vida saludable para vivir más, sentirnos mejor, evitar enfermedades y disfrutar más. Esto es bueno, pero deberían ser motivaciones secundarias, no principales. Jesús nos dio vida y dio su propia propia vida por nosotros; en respuesta, nos pide que le entreguemos nuestra vida no solo intelectual o espiritualmente, sino también físicamente. Él nos ama y vive por nosotros, y quiere que correspondamos a ese amor y entrega.
Teniendo en cuenta la vida de servicio que Jesús vivió por nosotros, nuestro mayor deseo debería ser vivir una vida de servicio para él. Elegimos tener una vida sana para maximizar nuestro servicio a Dios. No queremos truncar el plan de Dios para nosotros porque estemos padeciendo mala salud a causa de decisiones imprudentes y malos hábitos. Una buena salud física nos permitirá cumplir una misión más amplia en la vida. Algunos dicen que la vida sana nos hace egocéntricos y egoístas, y si vivimos de esa manera, nuestra vida sana se convierte más en una maldición que en una bendición. Si una vida sana añade diez años a nuestra vida, entonces que esos diez años extra signifiquen otros diez años de bendecir a los demás y hacer avanzar la obra de Dios, en lugar de otros diez años de servirnos a nosotros mismos.
Una vida sana no solo puede prolongar los años de nuestro servicio, sino que también aumenta la calidad del servicio que prestamos en el presente. Cuando nuestro cuerpo está aletargado, nuestra mente se embota y somos incapaces de realizar nuestro trabajo con la misma destreza. Las personas que tienen grandes responsabilidades en el trabajo o en el ministerio se ven tentadas a descuidar la salud para seguir adelante con su pesada carga de trabajo; sin embargo, cuanto mayores son nuestras responsabilidades, más importante es cuidar de nuestra salud, para dar lo mejor de nosotros en nuestro trabajo.
Pablo describe el servicio incondicional a Dios como «razonable» (Rom 12: 1, Nueva Reina Valera). Hay aspectos de nuestra vida que no tienen sentido, pero este no es uno de ellos. Isaías 1: 18 dice: «Vengan, vamos a discutir este asunto», mostrando que Dios anhela una relación razonable e intelectual con nosotros, que pueda abordar preguntas, dudas, preocupaciones y temores. Él nunca espera una obediencia ciega; siempre nos da una opción, y nos pide que utilicemos esa opción para amarlo con nuestro corazón, nuestra mente y nuestro cuerpo.
Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2023. 4to. trimestre 2023 LA HERENCIA ADVENTISTA Lección 8 «EL MENSAJE DE SALUD» Colaboradores: Pr. Brayan R Cedillo & Magda Sanchez