Dios dio su vida por nosotros en la cruz; devolverle el diez por ciento de lo que ganamos es lo mínimo que podemos entregarle. Cuanto mejor comprendemos el sacrificio de Jesús, más nos damos cuenta de que cualquier regalo que hagamos es como una gotita de agua comparada con el océano del amor de Dios. Y cuanto más bebemos del amor de Dios, más queremos dar en gratitud. Jesús promete, en Mateo 6: 33, que cuando buscamos primero a Dios y su justicia, nuestro Padre celestial cuidará de nosotros. La clave está en establecer bien nuestras prioridades y poner a Dios en primer lugar.
Malaquías 3 expone un aspecto clave del carácter de Dios que a menudo se pasa por alto: su deseo de mostrar su fuerza en nuestro favor. A menudo nos centramos en la humildad de Cristo, que se destaca con frecuencia en las Escrituras, pero hay un lado fuerte de Dios que se complace en bendecir a su pueblo de manera visible. El texto de 2 Crónicas 16: 9 apoya esta idea al afirmar que Dios escudriña la tierra en busca de personas a través de las cuales pueda mostrar su fuerza. Cuando entregamos nuestros diezmos y ofrendas voluntariamente, damos a Dios la oportunidad de hacer cosas asombrosas en nuestra vida; cosas que fortalecerán nuestra fe y serán un poderoso testimonio para otros. Cuando nos lo guardamos todo para nosotros, le robamos a Dios dos cosas: los recursos que le pertenecen, y la oportunidad de mostrarse fuerte a través de nosotros. Los que no devuelven los diezmos y las ofrendas son doblemente culpables de robar a Dios. También nos robamos a nosotros mismos cuando no somos fieles en nuestras ofrendas, porque nos perdemos las experiencias de fe por las que Dios nos guiará cuando lo pongamos a él en primer lugar.
Dios nos desafía a probar su fidelidad devolviendo un diezmo honesto. Tenemos el privilegio de experimentar sus bendiciones en respuesta a nuestras ofrendas; bendiciones tan abundantes que no podemos recibirlas todas (Mal. 3: 10). Este no es un evangelio de la prosperidad (una enseñanza que sostiene que tenemos riquezas garantizadas cuando seguimos a Dios), ya que no especifica en qué forma vendrán las bendiciones. Para Israel, probablemente habría sido una cosecha abundante, pero hoy en día, estas bendiciones pueden ocurrir de muchas formas; no se limitan a las financieras.
Lamentablemente, el deseo de Dios de bendecirnos es a menudo mayor que nuestro deseo de serle fiel. Malaquías 3 identifica dos motivaciones para ofrendar a Dios: sostener las provisiones en la casa de Dios y experimentar la generosidad de Dios hacia los que ofrendan. La primera es el resultado de lo que se aporta físicamente y la segunda es el resultado de lo que Dios hará en respuesta. ¿Has puesto alguna vez a prueba la fidelidad de Dios? ¿Alguna vez hiciste un sacrificio, pero viste la mano de Dios bendecirte de maneras que no podrías haber imaginado? «Para proveernos lo necesario, nuestro Padre celestial tiene mil maneras de las cuales nada sabemos» Elena G. de White, El ministerio de curación, cap. 40, p. 345). Si diezmar es parte habitual de nuestra vida, ¡recibir bendiciones también lo será! Sabemos por Malaquías 3: 2 y 3 que Jesús regresará, y que aquellos a quienes llevará con él al cielo son quienes han sido refinados y purificados en el fuego del Refinador. Devolver el diezmo con fidelidad es un método que Jesús usa para refinar nuestro carácter y prepararnos para su regreso.
Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2023. 4to. trimestre 2023 LA HERENCIA ADVENTISTA Lección 7 «EL SISTEMA DE DIEZMOS» Colaboradores: Pr. Brayan R Cedillo & Magda Sanchez