Ya hemos examinado Apocalipsis 12 en nuestros estudios sobre el Gran Conflicto y el Espíritu de Profecía, pero al retomarlo aquí, veremos que el surgimiento profético de la iglesia de los últimos tiempos es otro tema clave del capítulo. Para entender este tema, debemos remontarnos más allá de los milleritas, a la época en que surgió el protestantismo.

Cuando los reformadores descubrieron la verdad bíblica, se sintieron obligados a separarse de la Iglesia Católica, que había sido el único pilar estable de la sociedad europea durante casi un milenio. Las iglesias luteranas, presbiterianas, anglicanas y otras iglesias congregacionalistas se formaron con los creyentes que decidieron seguir las verdades que descubrían en la Biblia. A finales del siglo XVIII y principios del XIX, muchos se volvieron a Dios de todo corazón gracias a los escritos y los llamados públicos de grandes predicadores de la Biblia como Juan Wesley (cuyos seguidores se convirtieron en la Iglesia Metodista) y George Whitfield. Estos avivamientos, conocidos colectivamente por los historiadores de la Iglesia como el Gran Despertar, allanaron el camino para el nacimiento del movimiento adventista en la década de 1840 y la fundación de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en la década de 1860. Cada reformador y cada evangelista descubría nuevas verdades. Apocalipsis 12 alude a estos hallazgos utilizando símbolos proféticos y esbozando el impulso de la iglesia de Dios a lo largo de la historia. También revela las principales señales que identifican al pueblo de Dios.

Aunque ambas mujeres desempeñan un papel importante en los acontecimientos del tiempo del fin, la mujer pura de Apocalipsis 12 presenta un contraste radical con la ramera que se ve más adelante en el capítulo 17. Mientras que la mujer pura es sobria, está vestida del sol, lleva una corona de doce estrellas y está de pie sobre la luna (12: 1), la mujer ramera está ebria, vestida de escarlata y púrpura, y lleva piedras preciosas y perlas, con el nombre de «Babilonia» y «Madre de las rameras» escrito en la frente (Apoc. 17: 4, 5). La mujer ramera comete fornicación con los reyes de la tierra y se la ve cabalgando sobre una bestia escarlata que tiene siete cabezas y diez cuernos (vers. 2, 3).

En la Biblia, una mujer fiel representa a una iglesia fiel o al pueblo de Dios (Jer. 6: 2; 1 Cor. 11: 2; Efe. 5: 20-27), mientras que una mujer ramera representa a una iglesia que ya no es fiel a Dios (Jer. 3: 1; Ose. 1: 2). Teniendo esto en cuenta, vemos que en el Apocalipsis la mujer pura representa a la iglesia verdadera, mientras que la mujer inmoral representa una falsificación. En el contexto del Gran Conflicto entre Cristo y Satanás, una representa a la iglesia que Dios utiliza para proclamar su mensaje final a cada nación y grupo étnico del mundo (Apoc. 14: 6), y la otra representa el movimiento que lleva a las masas a aceptar el último gran engaño (Apoc. 13: 13, 14).

Apocalipsis 10, 12 y 14 son tres capítulos clave que exponen la historia, el mensaje y el alcance mundial de la iglesia remanente. Apocalipsis 10 revela proféticamente el surgimiento del movimiento final de Dios; Apocalipsis 12 sitúa este movimiento dentro del Gran Conflicto y revela las principales señas de identidad del remanente; y Apocalipsis 14 articula el mensaje final que el pueblo de Dios transmitirá al mundo como preparación para el regreso de Jesús (Apoc. 14: 6-12). Estos capítulos del Apocalipsis nos ofrecen cualidades claras que nos ayudan a saber exactamente qué tipo de iglesia debemos buscar.

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