Hoy ha venido la Salvación a esta casa, por cuanto él también es hijo de Abraham (Lucas 19: 9).
Los Rabinos Judíos solían ser bastante creativos cuando de crear listas se trataba. Una de las listas más relevantes que la era la era la que contenía los de los oficios Despreciados. En ella se podía encontrar a marineros, camilleros, pastores, recogedores de basura, orfebres, buhoneros, médicos, carniceros, pastores, barberos… Pero, sin duda, los peores considerados de todas esas listas eran los publicanos. Para nadie era un secreto que usaban su carga para enriquecerse y que explotaban a los demás para aumentar su patrimonio. Por eso los publicanos eran considerados tan impuros que con solo entrar en una casa todo lo que había en ella se consideraba inmundo, y su testimonio no podía tomarse en cuenta en un juicio. A diferencia de otros que desempeñaban tareas proscritas y podían arrepentirse de sus pecados, los rabinos aseguraban que no había arrepentimiento para un publicano, porque «no pueden conocer a todos aquellos a quienes han dañado o engañado”. *
Sin embargo, Jesús nunca realizó una lista de gente proscrita. Su lema de vida fue: «Al que a mí viene, no lo echo fuera» (Juan 6:37). El Maestro no titubeaba en recibir y comer con publicanos, inclusión no dudó en recibir a Zaqueo, el jefe de los publicanos. Zaqueo era un paria, un excluido de la comunidad del pacto, un ser despreciable al que se le había cerrado toda posibilidad de cambio en la vida. Embargo de pecado, él quería ver un jesús. Y para lograrlo venció toda clase de obstáculos. Se venció a si mismo y superó el problema de su tamaña cuando se subió a un árbol con tal de ver a Jesús; venció el prejuicio social, se olvidó de su posición y de su atuendo, y como un niño se subió a un sicómoro para ver a Jesús.
No solo era Zaqueo el que quería ver a Jesús, Sobre todo, era Jesus. Por eso, cuando sus miradas se cruzan, el Señor le dice: «Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que me hospede en tu casa» (Lucas 19:5). Y más adelante agregó: «Hoy ha venido la salvación a esta casa, por cuanto él también es hijo de Abraham» (Versículo 9). El oficio de publicano siguió en la lista de los trabajos sucios y despreciables de los rabinos, pero el nombre de Zaqueo quedó «escrito en los cielos» (Lucas 10:20).
Hoy Dios puede hacer lo mismo contigo.
* Joachim Jeremías, Jerusalén en tiempos de Jesús (Madrid: Ediciones Cristiandad, 2000), p. 394.
Tomado de: Lecturas Devocionales para Adultos 2023 «YO ESTOY CONTIGO» Promesas Bíblicas para vivir confiado Por: VLADIMIR POLANCO Colaboradores: Silvia Garcia y Alexandra Pérez