La primera obra que hizo Cristo en la tierra después de su resurrección consistió en convencer a sus discípulos de su no disminuido amor y tierna consideración por ellos. Para probarles que era su Salvador vivo, que había roto las ligaduras de la tumba y no podía ya ser retenido por el enemigo la muerte, para revelarles que tenía el mismo corazón lleno de amor que cuando estaba con ellos como su amado Maestro, les apareció vez tras vez. Quería estrechar aún más en derredor de ellos los vínculos de su amor. Id, decid a mis hermanos -dijo- que se encuentren conmigo en Galilea.
Al oír esta cita tan definida, los discípulos empezaron a recordar las palabras con que Cristo les predijera su resurrección. Pero aun así no se regocijaban. No podían desechar su duda y perplejidad. Aun cuando las mujeres declararon que habían visto al Señor, los discípulos no querían creerlo. Pensaban que era pura ilusión (El Deseado de todas las gentes, p. 736).
¡Cuántos están haciendo todavía lo que hacían esos discípulos! ¡Cuántos repiten el desesperado clamor de María: «Han llevado al Señor. .. y no sabemos dónde le han puesto»! ¡A cuántos podrían dirigirse las palabras del Salvador: «¿Por qué lloras? ¿a quién buscas?» Está al lado de ellos, pero sus ojos cegados por las lágrimas no lo ven. Les habla, pero no lo entienden.
¡Ojalá que la cabeza inclinada pudiese alzarse, que los ojos se abriesen para contemplarle, que los oídos pudiesen escuchar su voz! «Id presto, decid a sus discípulos que ha resucitado.» invitadlos a no mirar la tumba nueva de José, que fue cerrada con una gran piedra y sellada con el sello romano. Cristo no está allí. No miréis el sepulcro vacío. No lloréis como los que están sin esperanza ni ayuda. Jesús vive, y porque vive, viviremos también. Brote de los corazones agradecidos y de los labios tocados por el fuego santo el alegre canto: ¡Cristo ha resucitado! Vive para interceder por nosotros. Aceptad esta esperanza, y dará firmeza al alma como un ancla segura y probada. Creed y veréis la gloria de Dios (El Deseado de todas las gentes, p. 737).
Deberíamos cultivar la bondad y la cortesía en nuestro trato con aquellos con quienes nos encontramos. Esforcémonos… siempre por presentar la verdad de una manera fácil. Esta verdad significa vida, vida eterna para aquel que la recibe. Estudiad por lo tanto la manera de pasar fácil pero cortésmente de temas de naturaleza temporal a los de naturaleza espiritual y eterna. …Mientras camináis por la calle o estáis sentados junto al camino podéis sembrar la semilla de la verdad en algún corazón.
Hay trabajo que hacer por nuestro Maestro. Hay almas que por nuestra influencia, pueden ser conducidas a Cristo. ¿Quién está listo para dedicarse de todo corazón a esta obra? (Nuestra elevada vocación, p. 303).
Notas de Elena G. White para la Escuela Sabática 2023. 4º. Trimestre 2023 «LA MISIÓN DE DIOS: MI MISIÓN» Lección 6: «MOTIVACIÓN Y PREPARACIÓN PARA LA MISIÓN» Colaboradores: Ana Hironymus & Esther Jiménez