Todos hemos visto en medio del lago el hermoso nenúfar blanco. Con cuánto anhelo y esfuerzo hemos deseado poseer esa flor. No importa cuánta impureza, desperdicios y suciedad la rodeen, nada disminuye nuestro deseo de conseguirla. Nos preguntamos cómo puede ser tan blanco y hermoso ese nenúfar, si se encuentra donde hay tanta suciedad.
Bien, su raíz penetra en la dorada arena del fondo, de la que extrae solo las más puras sustancias para alimentarse, hasta convertirse en una flor pura y sin mácula, así como la vemos. Esto, ¿no nos enseña una lección? Debería hacerlo. Nos muestra que aunque haya iniquidad por todas partes, no deberíamos absorber nada de ella. No hablemos acerca de la iniquidad y la maldad que hay en el mundo; por el contrario, elevemos nuestras mentes y hablemos acerca del Salvador. Cuando veamos la iniquidad que nos rodea, deberíamos estar más felices aún de que él es nuestro Salvador y nosotros somos sus hijos.
Por lo tanto, ¿contemplaremos la iniquidad que nos rodea y nos concentraremos en el lado oscuro de las cosas? No podemos mejorar nada de esto; entonces hablemos de algo que sea más elevado, mejor y más noble. Hablemos acerca de las cosas que nos dejarán una buena impresión en la mente y elevarán a cada alma por encima de esta iniquidad hacia la luz que se contempla más allá.—Manuscrito 7, 1888.
Hablemos de las bendiciones que recibimos
Si las energías mal encauzadas fueran dedicadas a agradecer y transmitir las ricas provisiones de la gracia de Dios en esta vida, ¡qué testimonios podríamos colocar en los recintos de la memoria, recordando las misericordias y los favores de Dios! […]. Entonces tendríamos el hábito de llevar con nosotros, como un principio permanente, el deseo de acumular los tesoros espirituales tan ferviente y perseverantemente como los mundanos trabajan por la obtención de las cosas terrenas y temporales.
Bien podéis estar descontentos con la actual provisión, cuando el Señor tiene un cielo de bendiciones y una tesorería de buenas cosas para satisfacer las necesidades del alma. Hoy necesitamos más gracia y una renovación del amor de Dios y de las señales de su bondad, y él no retendrá estos buenos y celestiales tesoros del que los busca en verdad.—Nuestra Elevada Vocación, 190 (1889).
MENTE CARÁCTER Y PERSONALIDAD TOMO #2 SECCIÓN #17: PSICOLOGÍA PRÁCTICA CAPÍTULO 89: INFLUENCIAS POSITIVAS DE LA MENTE Por: Elena G De White Colaboradores: Liseth Orduz & América Lara