Cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron. 2 TES. 1:10.
Los psicólogos de la Universidad de Columbia descubrieron algo asombroso en un estudio realizado en 1968. Durante cierto tiempo, el equipo de investigadores dejó en las calles del bajo Manhattan billeteras que tenían una identificación especial. Luego observaron cuántas de las billeteras eran devueltas a sus dueños. Luego de varias semanas de monitoreo, los investigadores descubrieron que alrededor de 45 por ciento de los que encontraban las billeteras las devolvían a los pocos días.
Pero luego sucedió algo inusual. Ninguna de las billeteras que dejaron el 5 de junio fue devuelta. Ese día un joven, Sirhan B. Sirhan, le disparó a Robert E Kennedy. A las pocas horas toda la nación había escuchado la noticia de su fallecimiento.
Los investigadores se dieron cuenta de que esta trágica noticia había dañado los vínculos sociales que habían inspirado a las personas a retornar esas billeteras. Se descubrió en investigaciones adicionales que escuchar malas noticias en forma consistente disminuye la disposición de las personas a ayudar a otros. También se reveló que las buenas noticias acerca de un ciudadano servicial o un acto heroico en efecto inspiraron a las personas a cooperar más.
Los ideales positivos motivan a las personas a hacer el bien. Los actos heroicos de los demás ayudan a exteriorizar lo mejor que hay dentro de nosotros. Cuando vemos a personas que modelan bondad tenemos más inclinación a ser amables.
Al mirar a Jesús descubrimos todo lo que anhelamos ser. Toda la bondad, compasión y benignidad que anhelamos reside en Cristo. Al marchar con él a través de las calles empedradas de Jerusalén, lo observamos perdonar a una mujer tomada en el acto de adulterio. Escuchamos sus palabras: «Ni yo te condeno, vete y no peques más» (Juan 8:11).
Nos maravillamos cuando él toca los ojos de un ciego y cuando abre los oídos de un sordo. Su sensibilidad hacia los demás nos embarga. El sienta a los niños en su falda, alimenta a una muchedumbre hambrienta y echa los demonios de un hombre poseído por ellos.
Al ver el mal momento que estaba pasando el anfitrión de una fiesta de bodas en Galilea, él obró un milagro. Consciente de las pequeñas pero importantes cosas de la vida, él le preparó el desayuno a Pedro antes de hablar de temas eternos.
¡Qué modelo, qué héroe, qué ideal! Mirar el ejemplo positivo de Jesús nos cambia, nos transforma y nos renueva; nos asemejamos a Aquél, a quien más admiramos.