«Si obedecen mis mandamientos, permanecerán en mi amor; así como yo he obedecido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor». Juan 15:10, NVI
ALGUNOS QUE PRETENDEN creer en Cristo como su Salvador dicen: «Nadie puede guardar la ley de Dios». Las palabras de Cristo son decisivas en este sentido. Él dijo: «Yo he obedecido los mandamientos de mi Padre». Y él es nuestro ejemplo en todo.
Cristo declaró claramente su misión en el Sermón del Monte: «No piensen ustedes que he venido para abolir la ley o los profetas; no he venido para abolir, sino para cumplir» (Mat. 5: 17, RVC). Él vino a cumplir literalmente cada especificación de la que testificaron los profetas. El mismo que existía con el Padre antes de la creación del mundo había dado las profecías registradas por hombres santos. Esas fueron las profecías que él vino a cumplir. […]
Cristo está en una posición de igualdad con el Padre. Esto lo capacitó para convertirse en una ofrenda en favor de los transgresores. Era plenamente suficiente para magnificar la ley y honrarla. […] Separó los preceptos de Jehová de los postulados y tradiciones humanos. Expuso los Diez Mandamientos como una expresión de verdad en toda su pureza. […]
Cristo vino al mundo a contrarrestar la falsedad de Satanás de que Dios había hecho una ley que los seres humanos no podían cumplir. Tomando la humanidad sobre sí, vino al mundo y, mediante una vida de obediencia, mostró que Dios no había hecho una ley que los seres humanos no podían cumplir. Demostró que era perfectamente posible que los seres humanos obedezcan la ley. Los que aceptan a Cristo como su Salvador, participando de su naturaleza divina, pueden seguir su ejemplo, viviendo en obediencia a cada precepto de la ley. Mediante los méritos de Cristo, los seres humanos deben mostrar por su obediencia que serán dignos de confianza cuando estén en el cielo, que no se rebelarán.
Cristo poseía la misma naturaleza humana. Fue tentado en todo como nosotros. El mismo poder que lo ayudó a obedecer está a nuestra disposición.- Manuscrito 48, 1893.