He aquí, yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los que con ella adulteran. APOC. 2:22
Este era el peligro del que Jesús advirtió a los creyentes en Tiatira. Los acorralados creyentes se habían preparado para enfrentar la amenaza externa del Imperio Romano, pero la amenaza más grande vino de adentro. Los creyentes estaban en las murallas con sus armas prontas para enfrentar la amenaza del exterior, pero Jesús les dijo que mirasen internamente. La iglesia está enferma, les dijo, y no va a mejorar.
Jesús usó la figura de Jezabel, la reina corrupta que llevó al antiguo Israel a la idolatría, como símbolo de la corrupción interna y el compromiso que aquejaba a Tiatira. “He aquí, yo la arrojo en cama —dijo Jesús— y en gran tribulación a los que con ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella. Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón” (Apoc. 2:22, 23).
Esto puede parecer como un juicio despiadado, pero recordemos que Jezabel es una figura simbólica. El gran Médico procura que la gente de Tiatira se dé cuenta del mal que existe. El problema no es un resfrió, ni una gripe que se irá en unos cuantos días.
Él dice: “¡Miren! Esta es una enfermedad maligna. No puede coexistir con ustedes. No pueden vivir con ella. Deben quitar este mal ‘.
Jesús continúa diciendo: “Pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga. Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones” (vers. 25, 26).
El desafío es retener lo que se tiene, la fe que se posee. ¿Cómo se logra esto en un ambiente enfermo?
El mismo comienzo de la carta de Tiatira describe a Cristo: “El que tiene ojos como llama de fuego, y pies semejantes al bronce bruñido” (vers. 18). “Ojos como llama de fuego” da la idea de alguien cuya mirada es penetrante. Sugiere una mirada que va más allá de lo superficial, que horada el corazón.
Yo creo que el gran Médico nos está diciendo que abramos los ojo s Miren lo que está sucediendo a nuestro alrededor, dentro de la iglesia. No sean ciegos simplemente porque ya es algo común. No sean ciegos por que sólo miran cuánto mal hay afuera.
Vemos algo más en la descripción de Jesús. Sus pies son como el bronce bruñido. Esto me sugiere que Jesús es capaz de tomar pasos firmes y decisivos. Donde él pisa, la tierra tiembla.
Algunas veces necesitamos tomar pasos decisivos. Algunas veces estiempo de salir, de ser separarnos de una situación espiritualmente destructiva. No necesitamos continuar atados a lo familiar hasta que la enfermedad alrededor nuestro resulte en la muerte.
No queremos encerrarnos en la caja de la costumbre.