Alo largo de la Biblia, vemos una correlación constante entre la ley y los profetas. Cuando Israel seguía a Dios, aceptaba sus consejos y obedecía su ley, él les hablaba a través de los profetas. Sin embargo, cuando se apartaban de él, dejaba de concederles el don profético (Neh. 9: 26; Lam. 2: 9; Eze. 7: 26). Salomón resumió esta relación de causa y efecto en Proverbios 29: 18: «Donde no hay visión, el pueblo perece». La palabra «visión» aquí se refiere a las visiones dadas a los profetas (el don de profecía). La segunda mitad del versículo establece un fuerte vínculo entre guardar la ley y recibir visiones proféticas. Apocalipsis 12: 17 confirma el principio de que la observancia de la ley y el ministerio profético van juntos, cuando identifica las dos cualidades más significativas del remanente: guardar los mandamientos de Dios y tener el testimonio de Jesús, que más tarde aprenderemos que es el Espíritu de Profecía (Apoc. 19: 10).
Históricamente, podemos ver esta conexión durante los últimos trescientos o cuatrocientos años del Antiguo Testamento, cuando no hubo profeta en Israel. En lugar de rebelarse abiertamente como lo hicieron antes del cautiverio babilónico, la nación había instituido entonces un rígido espectáculo legalista externo. El don de profecía fue restaurado con Juan el Bautista y los apóstoles, pero poco después de la muerte del apóstol Juan, cuando el paganismo arrasó la iglesia, vemos la muerte del don profético hasta mediados del siglo XIX. «La ley de Dios y el Espíritu de Profecía van de la mano para guiar y aconsejar a la iglesia, y siempre que la iglesia ha reconocido esto, obedeciendo su ley, se ha enviado el Espíritu de Profecía para guiarla en el camino de la verdad. […] Al surgir en el mundo el mensaje del tercer ángel, que es revelar la ley de Dios a la iglesia en su plenitud y poder, el don profético también fue restaurado inmediatamente. Este don ha desempeñado un papel muy destacado en el desarrollo y la transmisión de este mensaje» (White, Loma Linda Messages, p. 33). No es coincidencia que el redescubrimiento de la verdad de la ley de Dios, incluyendo la observancia del sábado como día de reposo, y la restauración del don de profecía ocurrieran al mismo tiempo; ambos se complementan.
Dios llamó a dos personas después del Gran Chasco, pero solo Elena G. de White respondió al llamado. Como compartió la luz que le había sido dada y permaneció humilde al hacerlo, Dios le confió más visiones y responsabilidades. Es la tercera autora más traducida del mundo y, entre las mujeres, es la escritora estadounidense más traducida de todos los tiempos. Recibió más de dos mil visiones a lo largo de su vida, de las que surgieron más de cuarenta libros y más de cinco mil artículos. Estas obras abordan una amplia variedad de temas, desde historia bíblica hasta administración eclesiástica, pasando por consejos sobre salud, finanzas, relaciones humanas y educación.
Dios está tan deseoso de guiar a su iglesia en el siglo XXI como en cualquier época anterior. Procuremos seguir con diligencia todas las instrucciones que Dios ya nos ha dado para estar abiertos a nuevas orientaciones divinas. A menos que pongamos en práctica el conocimiento que ya tenemos, será muy difícil que Dios nos siga guiando. Como dijo Jesús: «Anden, pues, mientras tienen esta luz, para que no les sorprenda la oscuridad» (Juan 12: 35).
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¿Qué cosas en nuestra vida dificultan que Dios se pueda comunicar con nosotros? ¿Cómo podemos recibir más instrucciones de él?
¿Cuáles son los dos ingredientes clave del remanente en Apocalipsis 12: 17, y cómo funcionan juntos?
Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2023. 4to. trimestre 2023 LA HERENCIA ADVENTISTA Lección 4 «EL DON DE PROFECÍA» Colaboradores: Pr. Brayan R Cedillo & Magda Sanchez