Todo aquel que es la verdad, oye mi voz. JUAN 18:37
El pastor Bob Olthoff es un consejeroque vive en Thousand Oaks, California. Bob cuenta una fascinante historia sobre una mujer que tenía profundas cicatrices de su pasado.
“Un día vino a mi oficina una mujer que estaba sufriendo de depresión—cuenta Bob—. Cuanto más conversaba con ella, más me daba cuenta de que estaba atrapada por su pasado. Luego de conversar un poco sobre su pasado, coloque tres sillas, una para que ella la usara cuando hablara de sus sentimientos, otra para que la usara al pensar en lo que ella se decía a sí misma, y la tercera para que la usara mientras examinábamos lo que la Palabra de Dios dice al respecto. Después de compartir sus sentimientos, ella se sentó en la silla que utilizaría para sus pensamientos negativos.
“Cuando hablamos de las cosas negativas que surgieron, le pregunte: ‘¿De dónde vienen estos recuerdos?’ Ella nombró varias personas diferentes, sus padres, profesores y amigos del pasado que eran la fuente de esas ideas negativas. Luego se colocó en la última silla, y viramos lo que la Palabra de Dios dice sobre estas cosas. ‘¿Es esto lo que Dios le está diciendo?’, le pregunté con respecto a sus pensamientos negativos. Vi que sus ojos brillaron y dijo: ‘¡No! Esto no es lo que Dios dice. Dios me diría: Yo te amo’ ”.
¿Qué clase de voces escucha usted? ¿son voces negativas del pasado, voces llenas de culpa y condenación, miedo y duda? Puede estar seguro de que cualquier voz que le perjudica sin darle esperanza es la voz del maligno. Satanás nos deja rotos y lastimados, con todas las puertas cerradas, pero Jesús nos sana y anima. Cuando Jesús nos habla, aun cuando nos disciplina, siempre deja una puerta abierta de esperanza. Él dice: “Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia” (Ose. 14:4). El amor de Jesús fluye de su corazón para sanar nuestras dolencias. Él es el único que “sana a los quebrantados yvenda sus heridas” (Sal. 147:3).
Escuche la voz de Dios. Es la voz de la esperanza, del ánimo y la alegría, la voz que nos levanta. Es la voz de un amante Salvador que nos cuida. Si usted abre su corazón escuchará hoy sus palabras de ánimo. Si usted realmente quiere escuchar, oirá sus palabras de esperanza.